Gustar y ver qué bueno es el Señor

por | Mar 28, 2019 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Nos enseña Jesús que Dios es bueno de manera sorprendente.  Y nos invita a todos a acudir a él para que podamos gustar y ver la bondad de Dios.

La parábola del padre amoroso es una respuesta a los que no quieren que Jesús se acerque a los pecadores.  Explica, pues, la parábola ese acercamiento que resulta comprensible solo a la luz de la bondad de Dios.  Así que para comprender, uno tiene que gustar tal bondad.

El padre amoroso de la parábola representa a Dios.  Es ilógicamente bueno.  Reparte los bienes a instancias del hijo menor que por lo visto lo da por muerto, sin vivir la vida disfrutando de ella.  No hace preguntas el padre.  Respeta él también la libertad del hijo.  Por eso, quizás dirían no pocos que es un padre que malcría al hijo.

Pero «a este padre no le preocupa su honor, sus intereses, ni el trato que le dan sus hijos» (J.A. Pagola).  Se preocupa solo del hijo, preguntándose si todo le va bien.  Echándole de menos al hijo, el padre sigue esperando.  No es de extrañar, pues, que en seguida reconozca de lejos al que a quien no le puede gustar la vida familiar.

Y calurosamente acoge el padre al hijo perdido.  Aunque cabeza de familia, indecorosamente echa a correr, abraza al hijo y lo besa.  Interrumpe él la confesión del recapacitado «para ahorrarle más humillaciones».  Lo toma de nuevo por hijo, festejándole al que revive después de la muerte.  ¿Locura por parte del padre?

Pero así es la locura de Dios.  Y debido a ella, Jesús nos acoge a los pecadores y come con nosotros.  Se indignan nuestros hermanos mayores y más observantes, pero de corazón duro.  Dios, sin embargo, no los obliga a entrar.  Espera simplemente que logren gustar la bondad divina.  Esta vez, les toca dar final feliz a la parábola.  Mientras tanto, pedimos que se nos conceda gustar realmente la bondad de Dios a los que, sin comer ya el maná, participamos agradecidos de la Cena del Señor.

Señor Jesús, imagen visible eres de Dios invisible, lo propio del cual es la misericordia (SV.ES XI:253).  Reconcílianos con Dios y unos con otros.  Ojalá te sigamos de cerca, consigamos gustar la bondad de Dios y nos hagamos de verdad imagen tuya.

31 Marzo 2019
4º Domingo de Cuaresma (C)
Jos 5, 9a. 10-12; 2 Cor 5, 17-21; Lc 15, 1-3. 11-32

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