El Coraje: ¿una virtud ignorada?

por | Ene 19, 2019 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

El título llamó inmediadamente mi atención: «Lo opuesto al mal ya no es la bondad» (Frances Moore Lappé, Common Dreams, 3 de diciembre)

Continuando la lectura, el autor dice que el argumento es sencillo: es hora de centrarse en el coraje.

Eso me recordó una conversación reciente con un hermano durante la Conferencia de la Alianza Famvin con los Sin Hogar. Comentamos la aparente falta de defensa audaz y consistente en el trabajo de nuestra Familia Vicenciana.

La defensa audaz exige coraje. Podríamos perder amigos, no todos estarán de acuerdo con nosotros. Y, para una organización, puede ser muy difícil tomar una postura pública sobre un tema controvertido.

Lo que a su vez hizo pensar en el hecho de que en el Manual para el Cambio Sistémico de la Familia Vicenciana se acaban de agregar nuevos capítulos sobre defensa y justicia.

Un día después, ví en otra lectura una cita similar, de Maya Angelou: «El coraje es la más importante de todas las virtudes, porque sin coraje no se puede practicar ninguna otra virtud de manera consistente».

Finalmente, una entrada en uno de nuestros sitios web vicentinos, del 5 de diciembre, citaba a Santa Isabel Ana Seton: «…mientras tanto, ¡coraje!»

Muchas ideas intrigantes en el espacio de unos pocos días. ¿Coincidencia? Probablemente no. ¿Estoy siendo llamado a tener mayor coraje? Si es así, perfecto. ¿Es una llamada a toda la Familia Vicenciana? Podría ser porque, mientras nuestra Familia se ha desarrollado tan fielmente en los esfuerzos caritativos en todo el mundo a favor de los millones que no cuentan para el mundo, durante más de 400 años, somos mucho menos conocidos por el trabajo a favor de la justicia, por una defensa audaz y valiente.

A pesar de que nuestro mundo afronta enormes desafíos de todo tipo, y especialmente la creciente opinión de que el cambio climático está acercando cada vez más la destrucción irreversible del terreno que hay debajo de nosotros, demasiados líderes continúan sus actividades como si no pasase nada. Líderes cívicos, así como líderes gubernamentales y empresariales. Y demasiada gente presta muy poca atención. Inercia, supervivencia, mostrarnos inmunes a cómo el mal está venciendo a la bondad con demasiada frecuencia en estos días, como gritan los titulares: democracia, derechos civiles y de voto cuestionados, inmigrantes y refugiados rechazados, el 1% controla la mitad de la riqueza de la nación (y, por lo tanto, su poder e influencia).

Ocasionalmente, las protestas importantes plantean un desafío significativo a las injusticias, pero uno podría preguntarse legítimamente: ¿Dónde está la indignación? ¿Cuántos «dicen la verdad al poder» (una descripción de la abogacía)? ¿Dónde está la organización que facilite que los empobrecidos puedan hablar por sí mismos?

El coraje civil parece escasear, el coraje para hacer lo que el bien común requiere, incluso si uno está solo. Pero, como Lappé nos recuerda, el coraje es contagioso y, como lo muestra la historia, «a veces las chispas de los actos individuales encienden una poderosa tormenta de fuego».

Esperamos que la Alianza Famvin con los Sin Hogar encienda una tormenta de fuego dentro de la Familia, mientras abordamos de manera creativa el alarmante escándalo de la falta de vivienda en las sociedades de todo el mundo, en sus diferentes formas: refugiados y desplazados internos, personas sin hogar en las calles y millones atrapados en viviendas precarias. El complejo tema de la falta de vivienda exigirá de nosotros no solo el arte y la ciencia de la defensa, sino también que sea una defensa valiente.

Los vicencianos tienen nuestras propias virtudes, que nos han recomendado nada menos que San Vicente y Santa Luisa. Pero, para vivir esas virtudes y ser valientes defensores de los empobrecidos que viven entre nosotros, se requiere la práctica de otra virtud, tal vez pasada por alto: el Coraje. El coraje puede no ser la virtud más importante, pero parece indispensable en este momento de la historia.

Jim ClaffeyJim Claffey se jubiló de su trabajo como Director de Formación y Programas de la Sociedad de San Vicente de Paúl en Long Island. Actualmente se desempeña como miembro de la Comisión Internacional de la Familia Vicenciana para Promover el Cambio Sistémico.

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