La política del “miedo” o la política de la paz

Oímos mucho sobre la política de la ira, el resentimiento, el miedo. El elemento común a estos conceptos políticos no es el bien común, sino el bien de uno mismo. Oímos muy poco de una política arraigada en «el bien común».

Así pues, es refrescante para mí que el Papa Francisco, en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, haya decidido centrarse en «La buena política y el servicio a las personas». Él hace lo que, desafortunadamente en el clima de hoy, puede parecer una afirmación contradictoria cuando dice «Una cosa es cierta: la buena política está al servicio de la paz».

El Papa reafirma que la paz se basa en el respeto a cada persona, sea cual sea su origen, en el respeto de la ley y el bien común, en el respeto del medio ambiente confiado a nuestro cuidado y de la riqueza de la tradición moral heredada de las generaciones pasadas.

¿Cómo entiende el Papa Francisco la paz?

En sus propias palabras…

«La paz, en efecto, es fruto de un gran proyecto político que se funda en la responsabilidad recíproca y la interdependencia de los seres humanos, pero es también un desafío que exige ser acogido día tras día. La paz es una conversión del corazón y del alma, y es fácil reconocer tres dimensiones inseparables de esta paz interior y comunitaria:

— la paz con nosotros mismos, rechazando la intransigencia, la ira, la impaciencia y ―como aconsejaba san Francisco de Sales― teniendo “un poco de dulzura consigo mismo”, para ofrecer “un poco de dulzura a los demás”;

— la paz con el otro: el familiar, el amigo, el extranjero, el pobre, el que sufre…; atreviéndose al encuentro y escuchando el mensaje que lleva consigo;

— la paz con la creación, redescubriendo la grandeza del don de Dios y la parte de responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, como habitantes del mundo, ciudadanos y artífices del futuro.

La conversión ocurre en tres niveles, dijo el Papa: hacer las paces con uno mismo rechazando la inflexibilidad, la ira y la impaciencia; con otros, incluidos la familia, los amigos y los pobres; y con toda la creación, reconociendo una responsabilidad compartida para proteger el mundo y para ser «ciudadanos y constructores del futuro».

«…la paz jamás puede reducirse al simple equilibrio de la fuerza y el miedo. Mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado de objeto y negarle la dignidad».

«…la paz se basa en el respeto de cada persona, independientemente de su historia, en el respeto del derecho y del bien común, de la creación que nos ha sido confiada y de la riqueza moral transmitida por las generaciones pasadas».

Un examen de conciencia y programa de acción para los miembros de la Familia Vicenciana

¿Es demasiado descabellado pensar que estas bienaventuranzas se aplican a todos los seguidores de Vicente y Luisa? Lee la siguiente adaptación como un examen de conciencia del año pasado y base para los compromisos de Año Nuevo…

Bienaventurado sea el miembro de la Familia Vicenciana que tiene un sentido elevado y una profunda comprensión de su papel.
Bienaventurado sea el miembro de la Familia Vicenciana que personalmente ejemplifica la credibilidad.
Bienaventurado sea el miembro de la Familia Vicenciana que trabaja por el bien común y no por su propio interés.
Bienaventurado sea el miembro de la Familia Vicenciana que se mantiene consecuente.
Bienaventurado sea el miembro de la Familia Vicenciana que trabaja por la unidad.
Bienaventurado sea el miembro de la Familia Vicenciana que trabaja por lograr un cambio radical.
Bienaventurado sea el miembro de la Familia Vicenciana que es capaz de escuchar.
Bienaventurado sea el miembro de la Familia Vicenciana que no tiene miedo.