El fin de la Sociedad es formar una agrupación o asociación de mutuo aliento para los jóvenes católicos, donde se encuentre amistad, apoyo, ejemplo, un sustituto de la familia donde se ha crecido… Después, el lazo más fuerte: la caridad, es el principio de una verdadera amistad, y la caridad no puede existir sin expandirse hacia el exterior… Si nos damos cita bajo el techo de los pobres, es menos por ellos que por nosotros, es para hacernos amigos.
[La Sociedad] tiene un solo fin: santificar a sus miembros en el ejercicio de la caridad y socorrer a los pobres en sus necesidades corporales y espirituales.
Federico Ozanam, Carta a Courier, 4 de noviembre de 1834 [primer párrafo] y discurso en Livorno, el 1 de mayo de 1853 [segundo párrafo].
Reflexión:
- En innumerables pasajes, a lo largo de la correspondencia y escritos de Federico Ozanam, encontramos las razones y los fundamentos que llevaron al nacimiento de la Sociedad de San Vicente de Paúl. En su inicio, el 23 de abril de 1833, la primera conferencia de caridad nació con dos propósitos claros: el crecimiento personal y cristiano de sus miembros, y la caridad como fundamento de la fe.
- Poco más que un año después de la reunión fundacional, Ozanam escribe a Courier una carta en la que rememora estos aspectos. El objetivo es reunir a la juventud católica que se trasladaba desde las distintas regiones de Francia a estudiar en la universidad de París, lo mismo que hiciera el mismo Federico cuando se trasladó desde el seno familiar en Lyon, con tan solo 18 años, hasta París, a estudiar Derecho. La Sociedad sería, así, una «segunda familia» para todos ellos, que se veían inmersos en un ambiente hostil a la fe. Son muy interesantes las tres palabras con las que Ozanam describe esta asociación: «amistad, apoyo, ejemplo…».
- La caridad es el fundamento de la Sociedad, «principio de una verdadera amistad»; caridad entre sus miembros pero que va mucho más allá, porque la caridad «no puede existir sin expandirse hacia el exterior», hacia los pobres y necesitados.
- Muchos años después, casi ya al final de su vida y Federico muy enfermo, en uno de sus últimos actos públicos ante la Conferencia de Livorno, vuelve a esta misma idea, pulida ya con el paso del tiempo. Hay que resaltar cómo Federico dice que la Sociedad tiene «un solo fin»: no son dos, sino uno solo. La santificación personal pasa indefectiblemente por el ejercicio de la caridad y por la ayuda al hermano necesitado. Son dos realidades que, para el cristiano, van tan íntimamente unidas que no se puede entender la una sin la otra. No podemos ser verdaderamente seguidores de Jesucristo si no servimos «corporal y espiritualmente» a los pobres; y viceversa: en el servicio y en el ejercicio de la caridad encontramos el verdadero fundamento de nuestra fe.
Cuestiones para el diálogo:
- Reflexionemos sobre la presencia de los jóvenes en nuestras instituciones vicencianas. ¿Estamos trabajando para que vivan con entusiasmo su seguimiento a Jesucristo desde el carisma vicenciano? ¿Qué estamos haciendo para animar a que más y más jóvenes se acerquen a nosotros? ¿Les damos espacio para vivir esta fraternidad desde «la amistad, el apoyo, el ejemplo»?
- ¿Cómo podemos —y debemos— ayudarnos entre las distintas ramas de la Familia Vicenciana para seguir adelante con nuestro común carisma? ¿En qué se ha de concretar esta colaboración?
Javier F. Chento
@javierchento
JavierChento
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