Hab 1, 12-2,4; Sal 9; Mt 17, 14-20.
“Por qué nosotros no pudimos expulsarle?”
En el proceso del discipulado que han vivido los seguidores de Jesús hay momentos desconcertantes, como el de hoy. Los apóstoles no pueden curar a un joven endemoniado y el padre de éste se presenta con el Señor expresándole su tribulación y la falta de efectividad de los discípulos. Viene después la queja de Jesús por la incredulidad de la gente y en seguida la liberación.
Todo podría haber quedado ahí, pero los discípulos quedaron perplejos por no haberlo logrado y “en privado” le piden al Maestro que les explique su incapacidad al querer ayudar a aquel joven. Jesús les recuerda que es necesaria la fe, que aunque sea pequeña (“como un grano de mostaza”) hará posible aún aquello que nos pueda parecer imposible. Pero para Dios no hay imposibles.
Se plantea algo fundamental para los seguidores de Jesús, el ser capaces de tener fe. Sabemos que la fe es ante todo un don de Dios que tenemos que pedir; pero también sabemos que la gracia implica nuestra propia respuesta, nuestra tarea y responsabilidad, eso que nadie más va a hacer sino nosotros, discípulos y misioneros.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Carlos Reyes Mendoza, cm
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