Desde un punto de vista vicenciano: Ser radical

por | Jul 13, 2018 | Formación, Patrick J. Griffin, Reflexiones | 0 comentarios

La ocasión de predicar un retiro a nuestras hermanas, las Hijas de la Caridad, en Dublín, me ha dado la oportunidad de ser radical. Llegué al Old Sod algunos días antes con mis hermanos e hicimos algunas visitas familiares. Vimos las casas donde nacieron mis padres, la iglesia donde fueron bautizados, la escuela primaria a la que asistieron y muchos otros lugares. También nos encontramos con personas (pocos ya) que los conocieron en los viejos tiempos. Se sentía muy radical: me estaba conectando con mis raíces de una manera que no es posible en la tierra de mi nacimiento.

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En el mundo de habla hispana, la palabra «radical» a veces puede tener una implicación negativa. Puede sugerir a alguien o algo que se encuentra fuera del curso ordinario, lejos de la norma, lejos del centro. Un «radical» podría describir a alguien que hace las cosas de manera que pocos lo harían, alguien que piensa de una manera original, si no contracultural. Un «radical» podría abogar por el derrocamiento de un sistema o una forma establecida de pensar/actuar. Él/ella podría probar prácticas nuevas y poco ortodoxas y dejar de lado un orden establecido más antiguo. En un término simple y neutral, un radical podría describirse como un «atípico». Los radicales se distinguen del patrón y la experiencia habituales.

Esta descripción de la palabra «radical» parece ir en contra de su origen. El término proviene de la palabra latina «radix» que significa «raíz» —sí, como por ejemplo un rábano—. Se conecta con lo que es esencial y la fuente de alimento; arrastra hacia el centro. Por lo tanto, la idea de que un ser «radical» siendo un atípico parece discordante con la procedencia de la palabra, que sugiere claramente que se encuentra en la base y el corazón de un ser vivo. «Radical» como «raíz» y como «pionero» parece alentar una interpretación rica y un crecimiento esperanzador.

¿Qué podría significar esto para un vicenciano? Cuando hablamos de nuestro carácter «radical», nuestro intento podría dirigirnos a nuestros cimientos, que ponen el énfasis primero y principal en el cuidado de los más pobres. Consideramos a estos individuos y grupos marginados como nuestros «amos y señores» y a nosotros mismos indignos de ofrecer nuestro sencillo servicio. Nuestras intervenciones y acciones mantienen las necesidades de los pobres en el centro. Nos resistimos al pensamiento de los poderosos e influyentes, para celebrar lo simple y humilde. Eso puede ser bastante radical.

En mi trabajo en la universidad de St. John de Nueva York, me pregunto sobre la llamada a ser un vicenciano radical. Al menos, significa para mí ser un agente activo en una institución que ofrece una educación asequible de primera clase a aquellos que podrían ser encaminados a algo menos. Significa enfatizar una justicia social que identifica los pecados de nuestro tiempo y proporciona una plataforma para que los que no tienen poder puedan sean escuchados. Significa que se nos identifique con la Doctrina Social Católica y ser cooperadores para su continuo desarrollo, a pesar de las corrientes contrarias. Estas ideas conectan a la universidad de St. John con sus raíces.

¿Qué significa ser radical en tu ministerio? ¡La llamada a «ser radical» como vicenciano no es algo malo! Nos conecta con nuestro hogar.

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