Un deseo no cambia nada; una decisión puede cambiarlo todo

por | Jun 12, 2018 | Hijas de la Caridad, Noticias | 0 comentarios

“Veo en mi camino muchos niños ignorantes y la ignorancia es la base de la esclavitud” (Luisa de Marillac)

Somos Lydia y Cira, dos profesoras de Primaria del colegio La Milagrosa de La Orotava en la isla de Tenerife. 

Todo el mundo cree que nuestra experiencia comenzó el día 19 de marzo, día en que iniciamos el viaje a un país africano, ATAR – MAURITANIA.Pero siendo dos personas tremendamente aventureras, nuestro viaje empezó cuando nos invitaron a hacer algún tipo de voluntariado en otros servicios  vicencianos.

Nosotras queríamos una experiencia fuerte, que marcara nuestra vida para siempre, que cuando los años pasasen, supiéramos que tomamos la mejor decisión.

Y así ha sido. Durante 17 días hemos intentado dar y recibir. A una hora y media de avión desde Canarias, nos encontramos con un país rico y pobre a la vez. Rico en recursos, en materiales y con opciones de futuro, pero pobre para su gente. Esa gente que no tiene opción a progresar, ni derecho a sanidad, ni educación. Allí descubrimos la pobreza, el vivir día a día, el no tener agua… La basura, las moscas y las cabras campan a sus anchas por las calles. Pero la mayor pobreza la encontramos en los que pueden revertir la situación y giran la cara hacia otro lado aun cuando su pueblo se muere de hambre.

Hemos conocido Colegios de Educación Infantil, Centros de nutrición y discapacitados. Al frente, siete Hijas de la Caridad con una energía envidiable; un gran ejemplo para todo el que se acerca. Las hemos visto al frente de las adversidades, y teniendo mucho en contra, entregan su  vida cada día. Pero ellas encuentran una gran satisfacción al estar entre las personas más necesitadas y recibir sus sonrisas, cariño y amabilidad.

Hicimos lo que, buenamente, pudimos. El objetivo principal fue ofrecer formación a las monitoras de Guarderías. A estas mujeres no se les exige nada para abrir un Centro de este tipo, por lo tanto, utilizan métodos pedagógicos muy básicos, pero ellas estaban muy abiertas y receptivas ante lo que le pudimos ofrecer.

Desde el primer día de formación tuvimos una gran aceptación, y el aula se llenó de mujeres con ganas de cambiar su manera de enseñar y aprender algo de nosotras.

Pasaron los días y cuál fue nuestra sorpresa que, aunque en un principio pensábamos que dejarían de asistir debido a su situación familiar, al calor y al esfuerzo que suponía venir por la tarde a las clases, a los kilómetros que algunas tenían que recorrer…, ellas siguieron asistiendo cada vez en más cantidad. Durante toda esa semana no les importó estar algo apretadas en la clase, pasar calor o trabajar algunas horas sin descanso.

La formación que le ofrecimos fue la de dar las clases de manera lúdica y enseñarlas a reciclar y aprovechar, para el aprendizaje, cuanto tienen. Esta formación la completábamos acompañándolas por las mañanas en sus Guarderías y viendo cómo aplicaban lo aprendido.

La experiencia, que ha tenido un proceso largo, se ha convertido en inolvidable porque todo, pero que dan una lección de VIDA, y el tópico de que lo material no da la felicidad, se hace realidad.

Fueron 17 días de trabajo sin parar… Tiempo que pareció corto, pero en el que se hizo mucho más de lo que pudiéramos soñar y donde hemos sido muy felices.

Fuente: hhccespanasur.org

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