Luisa y Vicente: Recordando una verdad olvidada sobre su colaboración

por | May 7, 2018 | Formación, John Freund, Reflexiones | 0 comentarios

Ahora que nos acercamos a la celebración de la fiesta de Santa Luisa el 9 de mayo, tal vez sea un momento apropiado para redescubrir una verdad quizás olvidada sobre la colaboración entre Luisa y Vicente.

J. Patrick Murphy nos recuerda, en su folleto «Mr. Vincent«, la colaboración de dos personas excepcionales: Vicente y Luisa.

En Luisa de Marillac, Vicente encontró el socio perfecto para construir su modelo de negocio y lograr un cambio que conmocionó al mundo. Luisa, como Vicente, era imperfecta y tenía problemas, pero juntos fueron inspiradores.

Lección: las personas imperfectas son todo lo que tenemos; acéptelos allí donde estén y trabaje con ellos.

Durante 35 años viajaron juntos, aprendiendo a conocerse, estimarse y respetarse mutuamente mientras colaboraban intensamente en el establecimiento de las misiones en toda Francia y también fuera del país.

Tenemos la bendición de conocer los resultados de estas dos vidas que se entrelazaron. En sus últimos capítulos fueron auténticos colaboradores e iguales.

Sin embargo, en los primeros instantes de su encuentro, cualquier colaboración entre ellos dos, tan diferentes en antecedentes, experiencias, personalidades y formas de operar, parecía condenada a terminar en un total desastre.

Pero su viaje juntos les cambió a ellos mismos, a Francia, a la Iglesia y a la vida religiosa.

Vemos su dedicación al mismo objetivo, el servicio de Cristo en los pobres que los atraía mutuamente, ya que ambos dieron su vida para seguir los designios de Dios. Eran verdaderos colaboradores e iguales.

Sin embargo, raramente vislumbramos que experimentasen algunos desacuerdos, tensiones y conflictos que desafiaron su relación.

Una particular diferencia de opinión fue sobre la búsqueda de una nueva casa madre, debido al aumento en el número de jóvenes campesinas que se unían a la comunidad. Luisa quería estar cerca de San Lázaro. Vicente no estaba particularmente interesado en esa idea.

[Para detalles y otros ejemplos, visita la reflexión de sor Maggie Reynolds, HC, «La colaboración entre dos personas excepcionales«.

A veces surgen dificultades entre las personas que colaboran porque son seres humanos y los seres humanos tienen conflictos. La relación de Vicente y Luisa no se vio destruida por esto; de hecho, se fortaleció y pudieron trabajar por la gloria de Dios y el bien de los pobres. Tuvieron sus peleas. Hubo momentos difíciles para los dos y estaban estresados ​​porque estaban muy ocupados, pero su colaboración siempre estuvo dirigida hacia la misión.

Pero aún hay mas. En el corazón de la colaboración, encuentro su verdadero valor y no es nada menos que la Eucaristía misma.

Cristo nos ofrece nueva vida a través de su muerte y resurrección. Así como el pan y el vino de la Eucaristía han de renunciar a sus propiedades individuales para convertirse en algo más grande que solo triogo o uva, también nosotros entregamos nuestras propiedades individuales.

A medida que trabajamos juntos, aprendemos cómo morir a nosotros mismos y a nuestras formas de hacer las cosas. Experimentamos el poder de Dios trabajando en medio de nosotros, transformándonos lentamente en Su propio Cuerpo y Sangre.

Este es el valor de la colaboración. ¡Que todos nuestros esfuerzos de colaboración nos lleven a la transformación!

Vicente y Luisa son una prueba de que, sean cuales sean nuestros antecedentes, cualquiera que sea nuestra personalidad, sea lo que sea que experimentemos en nuestra vida, cualesquiera que sean las pruebas que tengamos, y cualquier conflicto y tensión que experimentemos, estos no son impedimentos para hacer el bien y alcanzar objetivos. Vicente y Luisa destacan ante nosotros como modelos de verdaderos colaboradores en el ministerio y, de hecho, en todos los ámbitos de la vida.

Del mismo modo que Vicente y Luisa aprendieron a colaborar como iguales, también las ramas de la Familia Vicenciana pueden aprender el significado más profundo del lema AIC/LCUSA [Damas de la Caridad de Estados Unidos]: «Juntos contra todas las formas de pobreza» … y cambiar la faz de nuestro mundo.

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