Evangelio y Vida para el 12 de abril de 2018

por | Abr 12, 2018 | Evangelio y Vida, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Hch 5, 27-33, Sal 33; Jn 3, 31-36.

“El que cree en el Hijo, tiene la Vida”

En este texto vemos una vez más que en la radicalidad evangélica no hay término medio. Es necesario que en todo momento y circunstancia nos esforcemos por tener los pensamientos y sentimientos de Dios, tener los mismos sentimientos de Cristo y aspiremos a mirar a los hombres y las circunstancias con la misma mirada del Verbo hecho hombre, pues quien es de la tierra habla y piensa desde el polvo, desde los intereses; y quien es de arriba, del cielo, de lo alto, piensa y habla como hijo de Dios, con pensamientos de Dios.

Cuando un cristiano abre su corazón a Dios, no recibe solamente la felicidad que espera, sino mucho más: Él concede la felicidad en esta vida y el premio de la vida futura. ¡Cuánto es generoso el amor de Dios que devuelve el ciento por uno! No guarda para sí sus dones.

Él no es un adorno en la vida del cristiano, no es sólo objeto de adoración y de gozo interior. Él es fuego que impulsa al cristiano para que dé un testimonio valiente de su fe en el mundo y se convierta en un signo de salvación para todos.

Abramos los ojos ante todos los signos, no pasemos de largo ante ellos; el Señor nos envió a continuar su obra de salvación en el mundo. No vivamos cómodamente nuestra fe, anunciémosla con valentía.

¿Por qué no trabajar como personas y comunidades para destruir tanta “civilización de muerte”?

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Rodríguez Gaucín, cm

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