Templo significa básicamente «Dios-con-nosotros»

por | Mar 1, 2018 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es el único templo que importa.  Él es «Dios-con-nosotros», la presencia más plena de Dios entre los hombres.

Se indigna Jesús al encontrar en el templo a los vendedores de animales y a los cambistas de dinero.  Probablemente piensen éstos que promueven el culto a Dios.  Pero Jesús, por lo visto, los toma por promotores del culto al dinero; los echa a todos ellos.

Así que purifica él el templo, o mejor dicho, lo suprime.  Es que contesta a los judíos que exigen signos:  «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».

El signo que da Jesús es el de la resurrección.  Esto lo deja claro la explicación de que él habla del templo de su cuerpo.  Y se espera de nosotros, desde luego, que comprendamos mejor que los interrogadores y creamos en él.

Jesús, sí, toma el lugar del templo.  Él es quien garantiza la presencia constante de Dios en medio de nosotros.  Después de todo, él es «Dios-con-nosotros», el Verbo hecho carne que habita entre nosotros.  Y resucitado, después de ser destruido por las autoridades, con su Padre, Jesús queda constituido, en su misma humanidad, el templo verdadero.

Pero, ¿creemos en Jesús de verdad?  ¿Lo reconocemos realmente como el nuevo templo?

Los cristianos se acreditan por su concentración en Jesús.  Él es el corazón de su observancia religiosa.  Por tanto, no los hacen perder de vista a Jesús las prácticas y ceremonias devocionales (véase SV. ES I:149).  Tampoco permiten que las palabras de Jesús y los mandamientos de Dios se pierdan entre doctrinas y tradiciones (véase EG 35).

Los cristianos auténticos reconocen también que el templo de Dios no es compatible con los ídolos.  Y de no pocas cosas, seguramente, fabrica ídolos nuestra codicia, nuestra actitud egoísta, nuestra preocupación por nuestra seguridad, nuestro bienestar.  Los verdaderos discípulos se guardan, sí, de la raíz de todos los males.

Y, ¿quiénes son los creyentes en Jesús con quienes él se confía?  Son los que se contagian del amor solidario del que se llama Emmanuel.  Dándole gracias, pues, al que mira su debilidad y la convierte en fuerza, siguen el ejemplo que él les da.  Es decir, hacen lo que él hace con ellos; acogen a los demás, a los pobres especialmente.  Así resulta loable su celebración de la Cena del Señor, su proclamación de la muerte del Señor hasta que él venga.

«Dios-con-nosotros», llévanos un día a la nueva Jerusalén, donde el templo es el Señor Dios todopoderoso y tú, el Cordero.

4 Marzo 2018
Domingo 3º de Cuaresma (B)
Ex 20, 1-17; 1 Cor 1, 22-25; Jn 2, 13-25

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