Caos y tinieblas, no; paz y claridad, sí

por | Oct 25, 2017 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús nos enseña la manera correcta de amar a Dios y al prójimo.  Quienes aman como Jesús superan, junto con él, el caos y las tinieblas.

En el principio creó Dios los cielos y la tierra, poniendo orden al caos y disipando las tinieblas.  Y esta creación se realizó mediante el Verbo, quien es, en el principio, Dios de Dios y luz de luz.  Por eso, se puede decir que el Verbo protege la creación del caos y las tinieblas.

Pero no cabe duda que el caos amenaza la creación todavía y a los hombres, por supuesto.  Y seguirá amenzándonos hasta que Dios nos revista definitivamente de la gloria divina.  Razón tenemos, pues, para aferrarnos a Jesús los que vivimos aún en este cuerpo.  Con toda la creación, sí, gemimos todavía, sufriendo dolores de parto.

Jesús, la revelación del Dios de la paz, no del caos

La creación procede «de una decisión, no del caos o la casualidad» (Laudato Si’ 77).  Es decir, la creación «es del orden del amor», siendo el amor de Dios «el móvil fundamental de todo lo creado».

Y Jesús, la imagen viva del Dios del amor, es la paz que el caos no puede dominar.  Es, además, la luz que no pueden envolver las tinieblas.  Guardando el doble mandamiento de amor, según el ejemplo que nos ha dado, gozaremos de la paz y la claridad.

De verdad, tenemos que acoger la Palabra y abandonar nuestros ídolos para servir al Dios vivo y verdadero.  Es que no podemos servir a dos señores.  Concretamente, no podemos servir a Dios y al dinero.

Desafortunadamente, no somos pocos los que servimos al dinero.  Y entre nosotros están incluso unos líderes, quienes se comportan como los fariseos, amantes del dinero.  El amor al dinero, la codicia, es la raíz de todos los males.

A causa de la codicia, se nos hace muy difícil, además, si no imposible, amar al prójimo.  Por darle culto al dinero, terminamos endureciendo el corazón y cerrando la mano a los necesitados.  La codicia nos hace oprimir a forasteros y explotar a viudas y huérfanos.  Ella nos lleva, sí, al caos y las tinieblas.  Allí, se tensan las lenguas como arcos, y prevalece la mentira y no la verdad.

Jesús, en cambio, nos trae la gracia y la verdad.  Y da testimonio de la verdad, amando a Dios y a los hombres hasta el extremo, entregándose a Dios por nosotros.  Este amor es la fuente de la ley entera y los profetas.  Este amor, asimismo, «está por encima de todas la reglas» (SV.ES IX:1125).

Señor Jesús, recordamos en la Eucaristía tu entrega total por amor a Dios y a los hombres.  Llénanos de tu amor para que no nos hundamos en el caos y las tinieblas.

29 Octubre 2017
30º Domingo del T.O. (A)
Ex 22, 20-26; 1 Tes 1, 5c-10; Mt 22, 34-40

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