Gen 32, 23-33; Sal 16, 1-3. 6-8; Mt 9, 32-38.
“Al ver la muchedumbre, sintió compasión de ella”
Ahí estaban las gentes, ante él, abatidas, desnortadas, explotadas, engañadas. Los jefes y los jueces habían hecho de la ley una ideología y, con ella en la mano, fabricaban edictos y condenas que nada tenían que ver con el bien común. Pero recibían gruesas mordidas para sus cuentas y sus campañas. Algo parecido a lo que hacen hoy los propagandistas de la ideología de género.
Y Jesús sintió compasión de aquella multitud como la siente hoy ante el pobre pueblo llevado y traído, robado o secuestrado por la violencia, por sus gobernantes o por los dictámenes de la tremenda Corte. No es tiempo de mirar para otro lado, sino en la dirección de Jesús. No son días para sumarnos a los asaltantes ni a los neutrales.
Somos los brazos de Jesús para mostrar su compasión para con los pobres. La compasión desde la verdad y el servicio generoso y lúcido.
Señor Jesús, mete en nuestro corazón tu manera de amar eficazmente a las multitudes, sin odiar a nadie. Danos tu audacia, esa “parresía” que le diste a tus primeros discípulos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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