Evangelio y Vida para el 30 de junio de 2017

por | Jun 30, 2017 | Evangelio y Vida, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Gen 17, 1.9-10.15-20; Sal 127; Mt 8, 1-4.

“Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: Quiero, queda limpio”

La lepra era una enfermedad muy temida. Siempre se la consideraba un castigo de Dios y obligaba al leproso a separarse de su familia y de la comunidad y a vivir aislado.

El leproso era, además de un repugnante enfermo, un impuro desde el punto de vista religioso y, por eso, eran los sacerdotes los que tenían que dictaminar tanto la enfermedad como la curación, si ésta se producía.

Los leprosos debían vivir apartados, en cuevas. No podían acercarse a las ciudades y, cuando iban por un camino, tenían que gritar su impureza para prevenir a los sanos. Este aislamiento no era sólo por el contagio que podía producir la enfermedad, sino que por el carácter religioso, era considerado maldito por Dios.

El hecho de acercarse Jesús al leproso y tocarle es, además de un gesto de compasión, una voluntaria violación de la ley religiosa que hacía culpable al que tocara a un impuro (Lev 5, 3). Es un signo de que con Jesús se han borrado las fronteras entre lo puro y lo impuro y de que el Dios que revela no hace caso de estas distinciones externas ni tampoco castiga ni maldice a nadie valiéndose de la enfermedad. Ni la lepra ni ninguna dolencia por terrible que sea es castigo ni venganza de Dios sobre el hombre.

Señor ayúdanos a no tener miedo y correr riesgos por mejorar la vida de los pobres.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Blanca López Leija, HC

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