Luisa de Marillac: todos nacemos con una vocación

por | Oct 28, 2016 | Benito Martínez, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

“Me figuro, señor, que la vuelta a su casa de esa joven habrá enfriado mucho a las pretendientes que deseaban venir con nosotras. Hace falta mucho corazón y gran firmeza para perseverar, no teniendo más que la obediencia para sostenernos y estando con frecuencia expuestas al peligro del desaliento en muchas ocasiones. Es una pena tener que probar a tantos espíritus tan diversos y perder tanto tiempo y tantos años empleados en servirlas para formarlas y que luego la flaqueza nos las lleve; con tal de que Dios sea glorificado, no nos importa”.

Luisa de Marillac, de una carta enviada al Abad de Vaux (c. 293)

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Reflexión:

  1. La gente sabía que estas jóvenes pertenecían a una asociación caritativa, y a las mismas jóvenes la Compañía les parecía una cofradía de seglares en bien a los pobres, y sin más se apuntaban, y, cuando se cansaban, se iban. Lo dice sor Maturina Guérin: “Yo le oí decir [a Santa Luisa] que, al principio, cuando comenzaron las jóvenes, éstas venían en gran cantidad, pero perseveraban muy pocas, y que ella sufría mucho al ver tanta diversidad de caras” (D 946). Al principio era muy poco lo que exigían a las chicas para unirse a la cofradía: que fueran sanas y fuertes, para poder servir a los pobres enfermos. Es decir, tener una vocación para eso.
  2. Bérulle afirma que todas las personas nacen con una vocación concreta que realiza en la historia siguiendo a la Providencia divina. Son muchos los que la buscan en alguna época de su vida y la descubren a través de los años.
  3. Para santa Luisa, Dios acepta ese camino, y le da una gracia especial para que la cumpla: es el carisma de su vocación indeleble. Las mediaciones, las exigencias humanas y sociales son las señales de una vocación, y entran a ser constitutivas de la vocación. En aquel siglo eran las circunstancias económicas y sociales o el orden de nacimiento lo que imponía el estado de vida a escoger: casada o religiosa, ya que la soltería era mal vista y peligrosa para una mujer.
  4. Si la vocación está constituida por una serie de cualidades personales y circunstancias familiares y sociales, quiere decir que cada persona tiene su vocación que le obliga, primero, a conocerla y, luego, a cumplirla en todo momento a lo largo de su vida; no puede decir, ahora sí y ahora no, ahora me pongo esta camisa y luego la otra. Sería un suicidio, ir matándose lentamente. Así se construye el Reino de Dios, nos enseñan san Vicente de Paúl, santa Luisa de Marillac y el beato Federico Ozanam y compañeros.
  5. Mirando el aspecto de la política y de las familias, parece que la vocación de los individuos es ganar dinero, poder y prestigio. Es el objetivo de las familias, cuando imponen a sus hijos la carrera que tienen que estudiar, y el de las personas, cuando enfocan su vida y sus tareas. El evangelio, el Reino de Dios y la vocación personal no cuentan.

Cuestiones para el diálogo:

  1. ¿Conoces cuál es tu vocación? ¿Haces algo por conocerla de verdad? ¿La cambiarías por otra que produjera mayores bienes materiales?
  2. ¿Qué objetivos has pretendido al vivir tu vocación? ¿Poder, prestigio y dinero? ¿Vivir mejor el evangelio? ¿Implantar y hacer crecer el Reino de Dios, justicia, amor y paz?

Benito Martínez, C.M.

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