Dos temas —continuidad y renovación— emergen del estudio de las vidas de san Vicente de Paúl y de Federico Ozanam.
El primero: la CONTINUIDAD.
En el pensar y en los escritos de Ozanam se advierte una continuidad aún más profunda; a decir verdad, una continuidad que llega a las raíces mismas de lo que se suele calificar como espíritu vicenciano. Diversas sistematizaciones modernas de ese espíritu han venido a señalar, con acierto, el puesto central y radical que para Vicente de Paúl ocupa la voluntad de Dios como base y raíz de su propia vida espiritual. Así lo vio con toda claridad ya el mismo Abelly, su primer biógrafo: “La conformidad de su voluntad con la voluntad de Dios era la virtud general de este santo varón, virtud que derramaba su influencia sobre todas las demás virtudes” (1.3, c.V, p.571); incluso, por supuesto, sobre su “virtud” característica de amor a los pobres. No era otro el fundamento de la “espiritualidad” de Federico Ozanam: “Hasta ahora he pedido luz Dios para conocer su voluntad. Ahora…sólo queda que me dé la fuerza para cumplirla” (Lettres, I 425).
¿Qué papel juega la voluntad de Dios en tu vida?
Lee el apartado de «continuidad» del artíclo de Jaime Corera, C.M., «Continuidad y renovación del Espíritu Vicenciano: el beato Federico Ozanam«, y reflexiona en esta pregunta durante tu tiempo de oración personal. Decir #YoSoyVicente or #YoSoyFederico también significa meditar sobre sus vidas.
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