Una fecha y un lugar destacados para todos los seguidores de Vicente de Paúl: 22 de agosto, en Châtillon

por | Ago 22, 2016 | Cuaresma, Formación | 0 comentarios

Años antes de que Vicente de Paúl fundase la Congregación de la Misión o las Hijas de la Caridad, el carisma de servicio al estilo vicenciano comenzó a dar sus primeros pasos en un pequeño pueblo del este de Francia, llamado Châtillon-les-Dombes (llamado hoy Châtillon-sur-Chalaronne).

chatillon

Hoy, 22 de agosto de 2016, se cumplen 399 años de un suceso bastante bien conocido por la Familia Vicenciana: en 1617 encontramos a Vicente de Paúl siendo tutor de los hijos de Felipe de Gondi, conde de Joigny. Entre ellos Vicente vivió su primera gran “experiencia de conversión”, en el pueblo de Gannes, que formaba parte de las tierras de los condes, a donde Vicente acudió a confesar en enero a un campesino gravemente enfermo. Como el mismo penitente relató más tarde a la condesa y a otras personas, todas sus confesiones anteriores habían sido sacrílegas y debía su salvación a la bondad de san Vicente. La condesa convenció fácilmente a Vicente para que predicase en la iglesia de Folleville e instruyese al pueblo sobre la confesión. Tras los primeros sermones, fue tan grande la multitud de los que acudieron a hacer su confesión general, el 25 de enero, que Vicente tuvo que pedir ayuda a los jesuitas de Amiens. Vicente comenzó a preguntarse entonces: ¿Estaba haciendo lo correcto, permitiendo que su sacerdocio se gastase atendiendo a tan solo tres miembros de una familia noble, cuando en las tierras de esta misma familia había unos ocho mil campesinos que necesitaban ser atendidos?

La respuesta de Vicente es bien conocida: determina dedicarse a las pobres gentes del campo, y con el apoyo de Bérulle, Vicente huye de la casa de los Gondi y llega a Châtillon-les-Dombes (población de unos 1200 habitantes) como nuevo párroco, a comienzos del mes de agosto de 1617 (aunque es muy posible que Vicente hubiese estado ya en la zona y comenzase a ejercer allí varios meses antes, durante el tiempo de Cuaresma).

El mismo San Vicente menciona el suceso tan solo en tres ocasiones en su correspondencia. Dejémosle hablar a él (las negritas son mías) en una conferencia que dio a las Hijas de la Caridad en 1645:

Yo era cura, aunque indigno, en una pequeña parroquia. Vinieron a decirme que había un pobre enfermo y muy mal atendido en una pobre casa de campo, y esto cuando estaba a punto de tener que ir a predicar.

Me hablaron de su enfermedad y de su pobreza de tal forma que, lleno de gran compasión, lo recomendé con tanto interés y con tal sentimiento que todas las señoras se vieron impresionadas. Salieron de la ciudad más de cincuenta; y yo hice como los demás; lo visité y lo encontré en tal estado que creí conveniente confesarlo; y cuando llevaba el Santísimo Sacramento, encontré algunos grupos de mujeres y Dios me dio este pensamiento: «¿No se podría intentar reunir a estas buenas señoras y exhortarles a entregarse a Dios, para servir a los pobres enfermos?» A continuación, les indiqué que se podrían socorrer estas grandes necesidades con mucha facilidad. Inmediatamente se decidieron a ello. Luego se estableció en París esta Caridad, para hacer lo que estáis viendo. Y todo este bien proviene de allí.

(SVP ES IXa, 202-203)

El mismo Vicente pone el origen de “todo este bien” en esta experiencia que llevó a la creación de la primera Cofradía de la Caridad, lo que hoy conocemos como AIC.

Por esto es que los Vicencianos vamos a celebrar el 400 aniversario de nuestro carisma a partir de ahora, y durante el próximo año 2017. Es una fecha señalada para AIC, pero también lo es para cualquier seguidor de Vicente de Paúl, porque de aquella experiencia en Châtillon arranca una espiritualidad llamada a la acción que nos hace seguidores de Jesucristo que vino para auxiliar a los necesitados: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.» (Mc 2, 17)

No tendría sentido celebrar esta conmemoración si no es para que nos impulse nuevamente, con energías renovadas, al servicio de los empobrecidos. Aunque hayan transcurrido 400 años desde aquél acontecimiento, el carisma vicenciano es plenamente actual, válido y necesario. Somos nosotros, los descendientes espirituales de san Vicente y santa Luisa, los que estamos obligados a ponerlo en práctica.

¿Quieres saber más?

Javier F. Chento
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Etiquetas: famvin400

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