Ez 1, 2-5. 24-28; Sal 148, 1-2.11-14; Mt 17, 22-27.
¡No basta decir “sí, creo”!
Hoy podemos agradecerle al evangelista Mateo que nos haya narrado este pequeño prodigio del pez con sumoneda a punto para que Pedro pagara los impuestos por Jesús y por él mismo.
Jesús no tenía obligación de pagar impuestos al Templo. Él es el Hijo, y “todo ha sido creado por medio de El” (Col 1, 16). Pero, ante los colectores, entabla un breve diálogo. “¿Qué piensas de esto, Simón? ¿Quiénes pagan los impuestos a los reyes de la tierra, sus hijos o los extranjeros? Los extranjeros, le dijo Pedro. Así es, le confirmó Jesús, los hijos no tienen la obligación de pagarlos.
¿Por qué, entonces, sí los pagaron? “Para que esta gente no se escandalice”, dice Jesús. Es decir, Jesús no se fija en sus propios derechos, antepone a ellos que el corazón de los presentes (amigos o enemigos) no quede herido por el aparente escándalo de no pagarlos.
¿Qué habrían contestado los colectores de impuestos si Jesús les preguntara en qué los iban a gastar? ¿Qué responderían a esa pregunta nuestros políticos y funcionarios o incluso nuestro párroco?
¿También nosotros somos capaces de renunciar a veces a nuestros derechos por el bien de nuestro prójimo? ¿Evitamos todo escándalo para no herir su sencillez o su fe? ¡No basta decir “Sí, creo”, necesito llevar la fe a la acción que ayude a los demás!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: Yolanda Elvira Guzmán, H.C.
0 comentarios