Unos dícen mística y otros dicen místico.

¿Cómo entendemos al Vicente que le gustaba utilizar este lema: «La acción es toda nuestra tarea», y luego añadía, «La perfección no viene de éxtasis sino, más bien, de hacer la voluntad de Dios». (SV 11:41. 317).

¿Contemplativo en la acción? ¿Apóstol místico? ¿Místico de la Caridad?

El Visitador de la C.M. de la provincia de Ecuador, John Prager, ha escrito:

La espiritualidad vicenciana hunde sus raíces en el encuentro de un hombre con Dios. Toda renovación requiere un poco de investigación histórica sobre ese encuentro. No buscamos simplemente el volver a contar la historia del camino de San Vicente hacia la santidad. Al contrario, puesto que Dios revela en la historia, vemos más allá de la superficie de la historia para encontrar los patrones de su interacción. Al mirar al pasado, nos volvemos más conscientes de cómo se producen hoy en día los patrones para nosotros. Buscamos el significado detrás de los acontecimientos de la vida de Vicente con el fin de iluminar nuestra visión en este período de la historia. En otras palabras, esperamos «ver las cosas como son en Dios, no como parecen».

Me ha fascinado un artículo de Thomas F. McKenna, C. M., señalado recientemente en famvin. Igualmente, he quedado atrapado por la suave insistencia de Tomaž Mavrič, a lo largo de varios años, en que los Vicencianos (religiosos y laicos) deben de ser místicos de la caridad.

Es tiempo de vacaciones para los estudiantes aquí, en el altiplano de Bolivia, por lo que he tenido tiempo para pensar. Después dialogar mucho por email con mi predecesor en .famvin, John Freund, C.M., sobre el porqué el P. McKenna se hace eco de Toscani, diciendo «mística de los pobres» y el P. Mavrič dice «místico de la caridad», estas son las conclusiones a las que he llegado.

No hay duda de que Mavrič habla de que seamos verdaderos místicos, de percibir a Cristo en la persona del pobre, y de ser arrastrados en ese Cristo (sí, «en» y no «hacia»). El punto de McKenna es que Vicente se sintió atraído, incluso «fascinado», por lo que Giuseppe Toscani llama una «mística» (La Mystique des Pauvres. Le charisme de la Charité : Saint-Paul Editions Religieuses, 1998). Para mí eso es una distintión útil.

Nuestra Iglesia nos enseña que «a algunas almas, no obstante, incluso en la vida presente, Dios les da una gracia muy especial por la que están capacitados para sentir Su presencia sensible, esto es, verdadera contemplación mística.» En cierto sentido, a Vicente se le puede llamar un «místico» porque percibía a Cristo en los pobres, mientras que se sentía atraído hacia ellos (en los que encuentra su «mística»). Sentía la presencia sensible de Cristo. Escuchemos lo que dice McKenna, cuando utiliza la frase «mística de los pobres» en contexto [negrita/cursiva míos]:

«Así, cuando el fascinado Vicente pide a Jesús que «le diese la riqueza que le permitiese hacer todas estas cosas», se siente convocado al propio camino de Jesús. Al relacionarse con los oprimidos, Vicente siente ser parte de esa corriente de amor de Dios que fluye hacia estos hombres y mujeres. Es esta atracción de amor divino la que informa a las intuiciones de Vicente sobre dónde ir en la vida, y cómo hacer sus elecciones.

Toscani utiliza la expresión «mística de los pobres» para pasar el mensaje. Vicente ve al Padre, a Jesús, a los pobres, y a su propio ser todos atrapados juntos en Dios amante de la humanidad. Comprendió la pura generosidad que es el enviar la Palabra a los pobres, el Envío al que Jesús da carne. El combustible para el motor de Vicente lo proporciona tan sólo esta experiencia de Dios».

Así, la pregunta para mí es: ¿la conversión de Vicente se entronca en su relación con el Padre en Cristo, o con su relación con los pobres, donde se encontró con Cristo? Escribí a P. McKenna, y él me dijo esto:

…¿Estuvo su primera «experiencia religiosa» profunda de Dios en la oración o en los pobres, en los cuales se encontró con Cristo?… Es probable (para mí) que los dos puntos de vista sean contemporáneos y necesariamente entrelazados desde un primer momento. Fue una combinación del Vicente convertido en el amor de Dios por su temprana dirección espiritual por Bérulle (Jesús, el adorador del Padre) y su (más o menos) simultánea de visita a los pobres enfermos en el hospital de París, que culminó en su experiencia de conversión. Aquí es donde estoy siguiendo el pensamiento de Hugh O’Donnell (CM) [en Hugh F. O’Donnell, C.M., “Vincent de Paul: His Life and Way,” Vincent de Paul and Louise de Marillac: The Classics of Western Spirituality, John E. Rybolt and Frances Ryan, eds. (New York: Paulist Press, 1995), 13-38.].

Por lo tanto, puede ser que sea Cristo en el pobre esta atracción, pero el misionero debe estar dispuesto y preparado para encontrarse con él. Es esta perspectiva teológica revolucionaria la que Luigi Mezzadri identifica en la introducción al libro de Toscani:. « Dieu n’est pas «refuge» mais «appel” » (Dios no es un «refugio», sino una «llamada»). No es de extrañar que el P. Mavrič, de todas las cosas que podía han hecho hincapié a los sacerdotes y hermanos de la Misión en la homilía final de la reciente Asamblea general de la CM, ¡lo hiciese en la oración!

La «mística» de los pobres es, en realidad, el amor conmovido de Dios derramado en Cristo que ahora mora en los pobres. Ser atraídos hacia esto es una gracia para la cual debemos orar. Podemos percibir a Cristo si todos los miembros de la Familia Vicenciana se esfuerzan en ser místicos, tanto se esfuerzan en ser apóstoles muy trabajadores.

Tal vez lo más grande que podríamos permitir que suceda en nuestro 400 aniversario es permitir que la «mística de los pobres» nos atraiga más cerca de Cristo en los pobres, y nos ayude a surgir como apóstoles místicos o místicos de caridad. Diríamos que #YoSoyVicente porque decimos #YoSoyMístico.

PD Sé que hay una gran cantidad de hipervínculos y un libro de referencia en este texto. Te invito a leerlos todos.

Una versión anterior de este artículo apareció por primera vez en medium.com/@fatherr.