Día de Oración y Ayuno Vicentino: martes 12 de julio de 2016

por | Jul 12, 2016 | Reflexiones | 0 comentarios

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Día Vicentino de ayuno y oración
Martes 12 de julio de 20016

Agarre la cruz — Bravos con Dios — Encontrando al Jesús escondido

Agarra la cruz — ¿Cuál es la cruz para nosotros los creyentes? Entre muchas otras cosas, esto es un signo de nuestro punto más bajo, nuestros sufrimientos unidos a los de Cristo, es mucho dolor, tristeza y quebrantamiento. La cruz nos recuerda lo indignos que somos y lo que esa indignidad le costó a nuestro querido Señor. Como dijo el Papa Francisco en sus catequesis, es Jesús agarrándose todo el sufrimiento humano cuando nos recuerda: “El mismo se vistió de ese sufrimiento”. Si eso es la cruz, entonces la inquietud que yo vi cuando mis compañeros católicos veneraban la cruz fue un verdadero reconocimiento de ese gran sufrimiento. Tendemos a estar inquietos ante el sufrimiento y el quebrantamiento. No sabemos qué decir o que hacer para que se vaya. Nuestra inclinación es más que abrazarlo; arreglarlo de alguna manera. Nos guata arreglar las cosas, así que tomamos la cruz y la tenemos en mente mientras servimos a los más necesitados. Vemos la ruptura sabemos que estamos sirviendo a Jesús. No debemos criticar ni juzgar; sino hacer lo mejor posible. A veces no podemos arreglar las cosas, pero tenemos ayuda. Cargamos la cruz, servimos a  Jesús, y tenemos al Espíritu Santo que nos guía. Caminamos con una sensación de éxito con la Trinidad. Cuando vemos a los necesitados y no podemos encontrar una solución, debemos mantener la esperanza. Esos son los momentos —aunque parezca raro— que nos acercan a Cristo: “Esta semana nos hará bien cargar el crucifijo a la mano y besarlo muchas, muchas veces y decir: Gracias, Jesús, gracias, Señor” —Papa Francisco.

Bravos con Dios —  Una amiga recientemente me dijo que su hija estaba brava con Dios. Una de sus amigas tenía cáncer y ella estaba segura de que Dios podía hacer algo y bueno lo estaba haciendo, y ella estaba bravísima. La rabia es un proceso comprensible en el proceso de dolor. Queremos culpar a alguien. Dios entiende la rabia y no nos abandona. Todos sabemos que Dios es amor, no como una emoción romántica; sino como un poder que desafía la lógica, el dinero, el tiempo y hasta la capacidad humana. Este amor no es un ser removido de nuestra experiencia que pueda ser fácilmente olvidado; sino uno íntimamente cercano en cada momento, en cada paso, en cada dolor, en cada oración. Trate de inserta “Amor” en lugar de la palabra “Dios” para decir: “¡Estoy muy bravo con Amor por permitir que esto pase! No tiene sentido. Pero pararnos frente a nuestras mayores tragedias y miedos, y buscar desesperadamente dentro de nosotros la capacidad de responder con amor, es de lo que se trata la oración. Dios nunca nos deja de amar. Nos dio el libre albedrio y no interfiere con él. El poder del amor no es la promesa de un camino fácil en ninguna situación — o debería decir que el poder de Dios no garantiza un camino fácil. A veces el amor romperá su corazón; no como una prueba o castigo; sino buscando sacar lo mejor de nosotros. No siempre ganamos la carrera, pero tenemos que tomar el riesgo sin recompensa o garantía de éxito. Dios no nos abandona. El nos da la gran capacidad para estar con aquellos que sufren, actuar con justicia y servir con misericordia. Creemos en la resurrección y nunca nos rendimos. Disfrute su jornada y pídale perdón a Dios. Siempre está ahí.

Encontrando al Jesús perdido — No es difícil; solo tenemos que mirar y rezar. Nuestra espiritualidad católica enfatiza el concepto de “Encontrar a Dios en todas las cosas”. Esto nos recuerda que Cristo se encuentra no solo en la Iglesia y el los sacramentos; sino escondido en lugares donde no lo esperamos. El evangelio nos muestra un tipo de ocultamiento sobre Jesús en muchos puntos significativos en Su propia historia de vida — El es el niño al que hay que pastores y sabios encuentran en un inesperado lugar pobre; los jóvenes olvidados antes de ser encontrados en la “Casa de su Padre”; los hombre empezando su ministerio y siendo rechazados por los de sus propia tierra; y el Cristo resucitado, quien al principio ni siquiera es reconocido ni por Sus amigos y seguidores. Cristo nos busca, pero nosotros también debemos buscarlo a Él en las muchas facetas de nuestras vidas, desde nacimientos hasta momento de pérdida y crecimiento, en las diferentes tipos de relaciones con los demás. El nunca renuncio y tampoco lo debemos hacer nosotros. Yo trato de ver a Jesús cada mañana y no necesito mirar muy lejos. El está en el hermoso amanecer, atardecer o arcoíris. Una mañana desperté a mi hijo adolescente, quien había tenido dudas sobre mi fe y le pedí que subiera las escalaras rápidamente. Lo abrace y le pedí que viera el arcoíris por la ventana. “Este es Jesús” —le dije— y cómo puedes no creerlo. Otro momento hermoso fue cuando estábamos mirando las nubes y el vio el rostro de Jesús en una de ellas. Mientras más la mirábamos, mas vivida se hacía. Jesús se esconde y nuestra labor es encontrarlo. Debemos buscarlo especialmente en los afligidos y sucios. Éste es el Jesús al que servimos. El está en nuestras familias, en nuestros compañeros Vicentinos, en nuestros sacerdotes, diáconos, seminaristas y religiosas. Él es su creencia. Lo vemos cada día cuando leemos las frases de Papa Francisco. Es nuestra bendición. Piense sobre donde usted ha encontrado el Cristo escondido.  Ore por los Vicentinos del mundo, por los que servimos, por nuestro clero, religiosas y nuestros jóvenes Vicentinos, los jóvenes en general, los seminaristas y nuestro querido Papa Francisco.

Bendiciones,
Lynn.

 

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