“Él los acogía, les hablaba del Reino de Dios y curaba a los que tenían necesidad de ser curados”
Gn 14, 18-20 | Sal 109 | 1Cor 11,23-26 | Lc 9, 10-17.
Después de la acción misionera por parte de los discípulos, el Señor Jesús les invita a retirarse para descansar, estar con Él y de esta manera tomar aliento para continuar la misión. Pensemos en cuantas veces sin que nos demos cuenta nos metemos en un torbellino de actividades que apenas nos queda tiempo para descansar.
Los discípulos son llamados por Jesús y así tener un espacio de evaluación y reflexión. Nos puede pasar que perdemos el sentido de lo que hacemos pues hemos perdido del horizonte de aquello que nos motiva. No tenemos tiempo para nada. Jesús nos enseña a organizarnos en torno a lo que es prioritario.
Otro rasgo esencial del proceder de Jesús es que Él acoge a la gente, se vuelve cercano para ellos. No les manda a otra parte como sugerían los discípulos para remediar sus necesidades. Sabemos de personas que han sido lastimadas por la falta de atención ya que llegaron a una hora que no era la apropiada para pedir ayuda o simplemente no formaban parte del territorio parroquial. Las grandes cadenas comerciales son ejemplo de “atención al cliente” como lo llaman ellos, pues cuidan sus intereses, y para nosotros, ¿cuáles son nuestros intereses? ¿cuál es la misión que Dios nos ha encomendado? Jesús multiplica los panes y pescados de forma que da el alimento de vida. Esto prefigura la cena del Señor y la Eucaristía que celebramos día a día donde Dios se nos da en abundancia. ¡Organicemos la caridad!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Israel C. Alba Romero, C.M.
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