Reflexiones Vicentinas al Evangelio: 3º Domingo de Cuaresma

por | Feb 25, 2016 | Cuaresma, Reflexiones | 0 comentarios

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Evangelio: (San Lucas 13: 1-9)

Jesús les dijo, “Y aquellas dieciocho personas que quedaron aplastadas cuando la torre de Siloé se derrumbó, ¿creen ustedes que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Yo les aseguro que no. Y si ustedes no renuncian a sus caminos, todos perecerán de igual modo.” Jesús continuó con esta comparación: “Un hombre tenía una higuera que crecía en medio de su viña. Fue a buscar higos, pero no los halló. Dijo entonces al viñador: “Mira, hace tres años que vengo a buscar higos a esta higuera, pero nunca encuentro nada. Córtala. ¿Para que está consumiendo la tierra inútilmente? El viñador contestó: “Señor, déjala un año mas y mientras tanto cavaré alrededor y le echaré abono. Puede ser que así dé fruto en adelante, si no, la cortas.”

Reflexión:

La parábola de la higuera que no daba fruto describe el destino de aquellos que no se arrepienten. Aunque Dios nos da todo lo que necesitamos en nuestra jornada hacia la salvación, nosotros mismos tenemos que “cultivar y fertilizar” nuestras vidas espirituales. Vamos “gruñendo” por todo nuestro camino de la vida — juzgamos a otros, fallamos de vivir a la altura de nuestros compromisos bautismales, no hacemos caso a las advertencias que se nos presentan. Jesús habla bastante claro en su mensaje: “dar fruto” o “ser cortado.” El “fertilizante” es la caridad, mortificación y oración de nuestra penitencia Cristiana. Arrepentimiento es la “cultivación” de la tierra para poder dar fruto. Nuestro arrepentimiento es cambiar el modo de pensar, librándonos de la estrecha percepción de como la vida debe ser y abrazando el amplio plan de salvación de Dios. El arrepentimiento verdaderamente es conversión. Y Dios espera todos los días de nuestras vidas para que demos fruto. (Liturgia Viviente)

Meditación Vicentina:

La conversión para nosotros como seguidores de San Vicente y Federico significará permitir a Jesús y a los pobres invadir la protección de nuestras mentes y de nuestros corazones. Nuestras mentes y corazones son como fortalezas. Vivimos dentro de ellas, pero poco dispuestos a admitir a Jesús y a sus pobres al verdadero centro de ellas. Permitimos a Jesús entrar hasta cierto punto, pero frecuentemente, por nuestra acción o por falta de ella, le enseñamos que no deseamos que se apodere de nosotros completamente. Él continuamente nos pide que nos entreguemos a Él. Nos pide continuamente que dejemos todo, pero seguimos resistiendo. La conversión o arrepentimiento se trata de entrega total. (McCullen, Cosas Profundas)

Discusión: (Compartan ideas sobre estas lecturas después de un momento de silencio)

¿Cuál conversión necesitas tú, para “dar fruto?”

Oración de Clausura:

La disciplina de la cuaresma nos llama a seguir los pasos de Jesús,

-Que Tú amor nos guié a la conversión.

Señor, Tú viniste a dar luz a los ciegos,

Abre nuestros ojos para poder ver más allá de nuestro egoísmo.

Señor, Tú viniste a traer la Buena Nueva al pobre,

-Que nuestras acciones traigan esperanza a los que servimos.

Señor, danos la gracia para “fertilizar y cultivar” nuestra vida espiritual,

-Para que podamos dar fruto. ¡Amén!

 

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