“María guardaba todas estas cosas en su corazón”
Nm 6, 22-27; Sal 66, 2-8; Gal 4, 4-7; Lc 2, 16-21.
Dios esperó respuesta de María. La elige y la colma de favores y encuentra en ella la respuesta que no encontró en su pueblo Israel. Ella se convirtió en la primera seguidora del Dios encarnando.
Todo es en cierto modo para prepararla, ya que por ella vino Cristo a la humanidad. Su respuesta es entrega total, que le implicó guardar, asimilar, profundizar todas estas cosas en su corazón. Ella acepta ser sierva del Señor porque esa es la voluntad de Dios, y para Dios nada es imposible.
Dios Padre, a partir del sí de María como la Madre de su Hijo, tiene esperanzas en su pueblo, formándolos, guiándolos y amándolos sin que merezcan ese amor. Aunque en pocas ocasiones recibe como pago fidelidad por parte de nosotros. No nos rechaza, trata de atraernos, dándonos cada vez nuevas gracias y oportunidades. Por lo tanto Dios espera tu respuesta, se ha fijado en ti, te da toda clase de dones: la vida, la fe, la familia, la salud, bienes intelectuales, bienes materiales.
En este nuevo año espera tu respuesta ¿se la darás? El amor es la mejor forma de agradecer. El verdadero amor no es pasivo, no espera, da. Seguramente que eres capaz de darle a Dios, pero mejor será dar a tu prójimo como a ti mismo, piensa en esto, no basta ser feliz si no es feliz tu prójimo. La alegría no reside en el egoísmo sino en la generosidad. María vivió en la alegría porque lo dio todo; dio a su hijo al eterno Padre y a ti.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Vicente Hernández Nolasco, C.M.
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