“Lleno de gracia y del Espíritu Santo”

Hech 6, 8-10; 7, 54-60; Sal 30; Mt 10, 17-22.

En san Esteban, nos dice Benedicto XVI, se cumple plenamente la promesa de Jesús de que (…) los creyentes llamados a dar testimonio en circunstancias difíciles y peligrosas no estarán ni abandonados ni indefensos: el Espíritu de Dios hablará en ellos. El diácono Esteban, en efecto, obró, habló y murió animado por el Espíritu Santo, atestiguando el amor de Cristo hasta el extremo sacrificio. (…) Lleno del Espíritu Santo, mientras sus ojos están apagándose, fija la mirada en ‘Jesús, que estaba a la derecha de Dios’, Señor de todo y que todos atrae a Él (…).

Todo bautizado está llamado a dejarse animar por el Espíritu Santo si quiere vivir la nueva etapa de la evangelización a la que hoy nos convoca el Papa Francisco en su encíclica Evangelii Gaudium. Es el camino que siempre ha recorrido la Iglesia y que no puede abandonar por nada del mundo. Ella debe ser fuerte ante los peligros que la amenazan en su camino evangelizador porque el Espíritu Santo es su guía.

San Esteban es también, concluye Benedicto, “un modelo para todos aquellos que quieren ponerse al servicio de la nueva evangelización. Nos demuestra que la novedad del anuncio no consiste tanto en el uso de métodos o técnicas originales, que efectivamente pueden ser útiles, sino en estar llenos del Espíritu Santo y dejarse guiar por El… En sustancia, el evangelizador es capaz de llevar a Cristo a los demás cuando vive de Cristo, cuando la novedad del Evangelio se manifiesta en su propia vida”.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jorge Pedrosa Pérez, C.M.