Día de Oración y Ayuno Vicentino: martes 29 de septiembre de 2015

por | Sep 29, 2015 | Reflexiones | 0 comentarios

lynn

Día de Oración y Ayuno Vicentino
martes 29 de septiembre
Año de la Vida Consagrada
El Maestro Modelo – Ayúdame a confiar – Dar Gracias a Dios – Ser Vicentino no es para los Tímidos

Querida Familia Vicentina: Oremos, los unos por los otros y oremos por los que sufren en todo el mundo. Seamos como Jesús entre nosotros y siempre sonriamos y mostremos el amor. Recemos en acción de gracias por nuestros sacerdotes, diáconos, obispos, seminaristas y nuestro querido papa Francisco. Por supuesto, siempre encontremos tiempo para orar por aquellos a quienes servimos. Dios nos da lo que deseamos cuando también beneficia a otros. La ambición egoísta es pecaminosa porque trata de quitar el éxito de los demás. Perdóname Señor, porque mi orgullo tan a menudo me controla. Hazme humildemente consciente de mi pobreza y mi necesidad de confiar en tu poder solamente, y para poder servir a mis hermanos y hermanas. Amén.

El Maestro Modelo – La mejor herramienta para un profesor es la confianza. La experiencia y el creer en lo que es correcto es fundamental para convertirse en el maestro modelo. Jesús es el maestro modelo perfecto. Él conoce bien su material y Él nos conoce bien a todos nosotros. Cuando entrenemos y enseñemos a otros Vicentinos, mostrémosles el plan de Dios y serán bien enseñados. Por supuesto nuestro libro de reglamento es el mejor lugar para comenzar. Fue escrito y re-escrito con la oración y la orientación de arriba. Sin embargo, a veces tenemos que actuar en el momento y en el lugar y tal vez un nuevo método se va a desarrollar, por lo que debemos recurrir a Jesús para mostrarnos la mejor vía. No importa lo mucho que sepamos o creamos saber, no lo sabemos todo. Es muy importante la utilización de mentores con nuevos miembros para mostrarles cómo hacer las cosas y que las hagan bien. Ir a una visita con ellos, ya sea en un hogar, o una visita a una prisión y responder a las preguntas que nos hagan sobre el terreno. Siempre que sean claras y estén abiertos a las sugerencias que se les deseen ofrecer. Jesús enseñó con el ejemplo todos los días; enseñó con paciencia, ánimo y confianza. Compartamos con los Nuevos Vicentinos nuestras historias y hagámosles saber que no paramos de conseguir nuevos. Cada visita, cada persona, cada familia podría representarnos algo nuevo. Ningún acto de caridad es ajeno a nosotros. Recordemos que los discípulos de Jesús no eran perfectos y no son perfectos. Recordemos esto y dejemos que el, o la nueva Vicentina, sepan que estaremos mal, o cometeremos errores, pero siempre podemos aprender y seguir adelante. Que Jesús sea nuestro maestro modelo.

Ayúdame a confiar – El valor es el arte de ser el único que sabe que tienes miedo hasta la muerte. Pasar tiempo en la oración, teniendo el silencio para escuchar el consejo y saber que él está siempre con nosotros es el principio de la confianza. Rendirnos al Señor. Si el Señor nos llama a hacer algo, Él no nos abandonará. Es extremadamente importante confiar en Él, no sólo cuando estamos llegando a la toma de una decisión, sino también cuando estamos llevando a cabo nuestro plan de acción. Cuando Jesús dijo: “Yo estoy con vosotros,” ¡Él no estaba bromeando! Ayudarnos a confiar no es una tarea fácil, realmente es algo que cada uno tiene que discernir. Tenemos la Trinidad y nuestra Familia Vicentina para guiarnos.

La oración y el ayuno es una forma de alimentar la confianza tanto de nuestro Señor, como de nuestros feligreses y de nuestros vicentinos. La lectura de la Escritura y la cooperación con nuestro Dios, lo satisface. Si Dios ha puesto un deseo en nuestro corazón, entonces Él va a satisfacer nuestro anhelo cuando cooperamos con sus planes. Es hora de mirar en el espejo de nuevo y ver a Jesús en nosotros mismos. No hagamos una mirada de soslayo, sino una mirada larga y duradera y veremos el amor que Él tiene para nosotros y veremos lo especial que somos para Él. La confianza en Él y creer en Él. Cuando veamos a Jesús en nosotros mismos, los demás sabrán lo mucho que Dios nos ama y cuánto podemos confiar en Dios para que nos ayude a concretar su obra.

Demos Gracias a Dios – Dios merece todo el agradecimiento y el crédito. Hacemos lo que estamos llamados a hacer. El éxito le pertenece a Dios. A veces ni siquiera sabemos si hemos tenido éxito en ayudar a aquellos a quienes servimos. Nuestro primer Presidente Regional, Don Hunter, solía decir: “Somos como Johnny Appleseed, plantamos las semillas y Dios las riega de agua y les permite crecer.” Siempre me acuerdo de esto. Estamos llamados a hacer esta maravillosa obra, pero la gracia y la alabanza le pertenecen a Dios. Él nos da el Espíritu Santo y Su Hijo para ayudarnos. Sí, hacemos las visitas, llevamos alimentos o préstamos y tratamos de levantar a todos de la pobreza. Servimos a Jesús con ayuda de la Trinidad y alabamos a Dios porque nos permite hacer este trabajo especial. Gracia y alabanza sin duda van a Él, que nos llama, nos conduce y nos guía a plantar las semillas. Él riega Su amor, Su alegría y promete hacer que nuestras semillas crezcan. El intento de discernir la voluntad de Dios, especialmente cuando se trata de decisiones importantes, puede tomar mucho tiempo. Y podemos prolongar el proceso si no estamos escuchando atentamente. Si seguimos buscando su guía, Él nos proporcionará la información que necesitamos, cuando la necesitemos. Su tiempo es perfecto. Siempre demos gracias a Dios.

Ser Vicentino no es para los Tímidos – Jesús es la verdad, y el camino, y la vida). Debido a la retención de la práctica original de la transubstanciación del pan y el vino en la Eucaristía milagrosa, la Iglesia Católica es el pilar que Jesús sostiene – en la forma más completa posible – para que el mundo vea. Tomamos el cuerpo y la sangre con nosotros en cada visita. Somos purificados para poder vivir como pilares de la verdad y el amor. Para que otros lo reconozcan, debemos estar totalmente inmersos y servir, sabiendo que servimos a Jesús. Parece complicado a medida que avanzamos a los demás como Jesús y servimos a Jesús en los demás. Vivimos la Escritura, vivimos los sacramentos, luego servimos, no sólo con nuestros labios, sino con nosotros mismos. Necesitamos abrazar todo lo que servimos, sabiendo que fueron puestos delante de nosotros por Dios. Servimos a los necesitados de la manera más amorosa para hacerles sentir a Dios, tanto en nosotros, como en ellos. Para hacer esto necesitamos la fuerza, la fuerza viva de Dios. El servicio y la Palabra son completos. La habilidad es lo que eres capaz de hacer. La motivación de Dios determina qué hacer. Dependiendo de Nuestro Señor, nuestra actitud determina lo bien que lo hacemos. No se puede tener uno sin el otro y no es para los tímidos.

Bendiciones, Lynn

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