Sor Aurora Bernardo, una Hija de la Caridad en «salida» permanente

por | Mar 31, 2015 | Hijas de la Caridad, Vocación | 0 comentarios

1. Retrato robot

aurora02Se va, pero se queda; ha emprendido un largo viaje, pero sigue acompañándonos en nuestra marcha diaria; nos ha dicho adiós el 24 de Febrero de 2015, serena, tranquila, hasta sonriente, pero, con su mirada puesta en lo alto, y su dedo índice señalando nuevos horizontes, nos dice: no tengáis pena ni lloréis por mí; yo sigo viva en vosotros y con vosotras, metida en vuestros líos, como quiere el Papa Francisco, cargando pilas de ilusión y de esperanza, animando a niños y jóvenes de vuestro entorno y de más allá, que esperan de vosotros una palabra amable y un rostro animoso, con las manos abiertas hacia ese pobre tendido en el camino, como otro Cristo vencido por el peso de la Cruz hacia el Calvario…

¿No es así como imaginan a Sor Aurora esos miles de jóvenes que la han conocido a lo largo de los años? ¿No es así como la imaginamos, en su despedida callada y presurosa, los que hemos tenido el privilegio de conocerla en profundidad y de compartir con ella preocupaciones y desvelos de todo tipo…? Olvidada de sí misma, permanentemente proyectada hacia los demás, con la sonrisa a flor de piel, con la mirada limpia, con la mente puesta en lo que hay hacer aquí y ahora, pero sin descuidar lo que viene el día después y la semana siguiente: esos podían ser algunos rasgos característicos del retrato robot de Sor Aurora.

El espíritu no muere, aletea siempre alrededor de los que se abren a él. No es necesario llevar la foto de las personas que queremos y admiramos en la cartera o en el bolso: hay imágenes impresas en el corazón y en el epicentro de nuestro interior que son más vivas y emotivas que las mejores impresiones fotográficas modernas. Éstas, a veces, son recuerdos borrosos de nuestra historia pasada; aquellas son fuerza viva cuya impronta nos empuja a seguir sus pasos. Los que hemos convivido con Sor Aurora, aunque fuera solo a ratos, y compartido su impulso vital, volcado hacia los demás, difícilmente podremos borrar su imagen sonriente y viva que nos devuelve la ilusión y el arranque creativo hacia una realidad nueva, con el esfuerzo de nuestra entrega generosa… Estoy seguro de que la imagen sonriente de Sor Aurora no quedará aparcada en el baúl de los recuerdos, sino que será un estímulo, una palanca que mueva las piedras del camino de los que la hemos acompañado a lo largo de su trayectoria vital.

Pero merece la pena analizar en profundidad la personalidad humana y espiritual de Sor Aurora. El resultado de mis consultas a personas que han conocido a Sor Aurora es coincidente: unos destacan un aspecto y otros se recrean en otros, pero todos confluyen en la misma línea directriz, continua y progresiva. Señalaré solo los más característicos, perceptibles en toda la variada gama de actividades y compromisos, a lo largo de su vida.

2. Características principales de su personalidad

Tenía el don de la ubicuidad… Sabía estar donde tenía que estar, allá donde percibiera un atisbo de necesidad o posibilidades de hacer algo por los demás, preferentemente los niños y los jóvenes, percibidos como los pobres que Dios le ponía en su camino. Una vez descubierto el objetivo se entregaba a él con ahínco, con machacona entrega y con ilusión inquebrantable. No había obstáculos que detuviesen su marcha. Pero, consciente de su limitación, buscaba siempre aliados y colaboradores, a la vez que ofrecía sus servicios. En su mente, en su corazón y en sus manos se multiplicaba el tiempo: conjuntaba casi milagrosamente sus tiempos y quehaceres de comunidad, con su tarea profesional de educadora, y su impulso evangelizador de niños y jóvenes…

aurora01La intuición creativa y su capacidad de ilusionar a los demás es otra de las características destacables de su personalidad. Para muchos que la conocían de cerca, era un misterio saber de dónde sacaba ese caudal de energía, ese fuego que la consumía día y noche, en su afán por los niños y jóvenes. Queda en la penumbra, si eran los jóvenes y su energía vital la que la mantenían joven y vitalista, o era ella misma la que ayudaba a los niños y jóvenes de su entorno a mantenerse en actitud permanente de movida activa. Tal vez era una de esas simbiosis naturales que existen en la naturaleza, apoyadas en la fe y esperanza cristianas…

Su dinamismo vital, congénito, se hubiera perdido en el marasmo de la confusión y del activismo sin sentido, si no hubiera combinado esa capacidad de entrega y de servicio con unas dotes excepcionales para planificar y organizar. Antes de lanzarse a una nueva aventura calculaba minuciosamente detalles, tiempos, circunstancias y personas. Alguien, que la conocía bien, con humorismo bien intencionado, ha afirmado, comentando el hecho de su muerte inesperada, que, quizá, Dios la necesitaba junto a Él, para planificar y organizar algunos asuntos pendientes en el cielo…

Y, junto a su capacidad organizativa, estaba su magia de convocatoria: sus propuestas eran como un hechizo. A su llamada respondían pequeños, jóvenes y mayores. Su “planning” diario abarcaba campos de lo más diverso y vario pinto, siempre que tuvieran alguna resonancia en su instinto evangélico y vicenciano. No había “lio” pastoral en el que no estuviera metida, adelantándose así a las actitudes nuevas de la iglesia renovada que proclama en alto, día a día, nuestro admirable Papa Francisco. En su celo evangelizador de niños y jóvenes no desdeño ningún campo de acción pastoral, ninguna de las iniciativas y propuestas que se presentaban en aquella época de su primera juventud como Hija de la Caridad, rica en búsquedas de identidad y de acciones novedosas.

Quizá el secreto de su capacidad de convocatoria estaba en su sensibilidad y sentido de acogida. Su sonrisa permanente, su sencillez, su apertura al diálogo con todo el mundo, sin acepción de personas ni de siglas, su generosidad para el servicio, su amabilidad congénita, constituían su mayor fuerza de seducción y de empatía con todo el mundo. Una de sus jóvenes de aquellos tiempos felices afirma de ella: “Cuando llegabas a un encuentro, Sor Aurora te saludaba y te acogía: decía tu nombre en alto, daba la sensación de que temblaban las paredes y algo hacía que te sintieras esperado y valioso, no un ser insignificante que pasa desapercibido. Y esto, en la edad de las inseguridades de la adolescencia, resultaba muy sanador y reconfortante. Era como un saludo despertador que anunciaba un buen encuentro, repleto de calidez humana y de luces…”

La misma joven del testimonio anterior afirma que Sor Aurora parecía inabordable al cansancio, a la tristeza y al desaliento. Cito textualmente: “Supongo que, como todo ser humano, tendría sus momentos bajos, flojos… Sin embargo, nunca la percibí triste ni apagada…Esta capacidad de olvidarse de sí misma y derrochar dinamismo y alegría alrededor, siempre lo tendré presente, como antídoto a esta época en que vivimos, de cierto derrotismo… Para mi decir Sor Aurora será siempre sinónimo de entusiasmo. Y ahora que me toca a mí permanecer diariamente cercana a los jóvenes, la recordaré segura de que se puede superar todo cansancio…”

3. El mapa de su acción pastoral

aurora05No tenía fronteras, ni lindes específicos, ni tiempos señalados para el camino. Siendo profesora del colegio de la Salle, en sus primeros años de enseñante en Llodio, ella se constituyó en la principal animadora pastoral de sus alumnos y del colegio entero de La Salle, sin descuidar en nada su dedicación a sus propios grupos de JMV del colegio de la Milagrosa, regido por las Hermanas. Más bien hizo de ambas pastorales un todo unificador y de mutua colaboración.

Tampoco distinguía siglas ni la paralizaban ni la desanimaban las distintas corrientes de opinión entre las que se movía: JMV, La Salle, Feyda, el Padre tal o el Padre cual, que pensaban y actuaban de distinta manera…; para ella, todo eran líneas confluyentes que conducían a sus chicos hacia la madurez humana y cristiana. Ofrecía su colaboración a todos y de todos conseguía lo que pretendía. Eran tiempos nuevos de enorme versatilidad e inquietud en la búsqueda de caminos nuevos. Nacía JMV, después del difícil momento de transición de EMAS; surgía con fuerza nueva de renovación la Comunidad del Olivar, que condujo más tarde al nacimiento de Feyda. Los campamentos 4R de la Provincia de San Sebastián estaban pujantes en aquel entonces, pero se abrió paso, poco a poco, una nueva alternativa para llenar el verano de sus jóvenes de manera ilusionante, sin perder su sentido pastoral: los cursos de inglés de verano… Las Pascuas Juveniles de Murguía y la Prepascua para los pequeños irrumpieron también con fuerza en aquel entonces de los ochenta, sin duda, la edad de oro de la pastoral juvenil vicenciana, al menos en el norte…

Ella llegaba a todo. Se apuntó, sin dudar, al primer curso de inglés que organizamos en Polanco (Santander) en el verano del 76, como alternativa a los campamentos de verano organizados por las Hermanas. Al año siguiente, verano del 77, se inscribió con entusiasmo al primer campamento de Evangelización rural que, en connivencia con las Hermanas de Sevilla, establecimos en Aceña de la Borrega (Cáceres), cerca de San Pedro de Alcántara. En esta acampada evangelizadora nació la Comunidad del Olivar. Tan entusiasmada quedó de aquella experiencia que nos persuadió a llevar la misma experiencia a Villavicencio (Valladolid), donde había una comunidad de Hermanas, y encima estaba cerca de su pueblo natal. La experiencia de Villavicencio fue especialmente significativa para ella, porque descubrió un nuevo camino de planteamiento vocacional para sus jóvenes, a través de diálogo continuo con los participantes en la acampada y de la oración prolongada del grupo. De hecho, esta acampada de Villavicencio fue el germen de alguna vocación para Hijas de Caridad y para Paúles.

Nacieron poco después las Pascuas Juveniles de Murguía y allí estaba ella con lo mejor de sus jóvenes de Llodio. Creo que aquellas Pascuas y los primeros encuentros de Benagalbón de JMV, que llegaron a simultanearse, durante algunos años, constituyeron la plataforma que la lanzaron de manera definitiva a su vocación pastoral de evangelización de los jóvenes. Había descubierto su sitio como Hija de la Caridad.

Ella quería empezar también con los más pequeños, que eran los más receptivos y la materia prima más abundante en su colegio de La Milagrosa de Llodio: asi nacieron las Prepascuas para niños de 14-15 años que no podían asistir a Benagalbón. Los grupos más numerosos que acudían tanto a las Pascuas Juveniles como a las Prepascuas siempre procedían de Llodio. Hasta 250 jóvenes llegamos a tener en uno y otro encuentro. ¡Eran tiempos gloriosos aquellos de las primeras Pascuas y Prepascuas juveniles de Murguía!

Un aspecto poco conocido de Sor Aurora, quizá, es su afición por los cursos de Inglés, así, como suena. Perdón, tal vez hay que matizar: intuitiva como era ella, pronto se dio cuenta de que los cursos de inglés eran el mayor centro de interés de niños y jóvenes, en los nuevos tiempos de cambios e incertidumbres. Y lo constituyó, sin dudar, en una nueva plataforma de evangelización. No estaba dotada para la práctica oral de ese idioma y ella era consciente de ello, pero no importaba: superando todo complejo de ridículo, gesticulaba, movía sus manos y sus labios sin timideces y, de un modo o de otro, se hacía entender, pero lo más importante era acompañar a sus chicos, estar junto a ellos y ayudarles a crecer en el más amplio sentido de la palabra. Durante años, Sor Aurora hizo de Llodio el centro que más estudiantes aportó a nuestros cursos de inglés, hasta un total de más de 60, y la mayoría de ellos iban destinados a Irlanda. Más tarde, cuando los precios de estos cursos, en estos tiempos de crisis, se hicieron inasequibles para los suyos, se alió con nuestro nuevo proyecto: las clases extraescolares de inglés en su colegio de Llodio. En este mismo curso 2014-15, noventa alumnos asisten a las clases extraescolares de inglés organizadas por Feyda en el colegio de sus amores…Y ella, su tesón y sus convicciones, han sido los que ha hecho posible este milagro.

Para que sus alumnos y sus grupos juveniles pudieran asistir a esta variada gama de actividades y proyecto pastorales, Sor Aurora se hizo pordiosera de Dios: organizó rifas, loterías de Navidad, campañas, viajes, representaciones teatrales, regateando, con éxito, descuentos y precios asequibles para los suyos…

4. Juventudes Marianas Vicencianas, gloria y corona de Sor Aurora

El encuentro, a primera hora, con esta nueva ola de pastoral juvenil vicenciana, que se llamaría poco más tarde, Juventudes Marianas Vicencianas, encendió la chispa de su inquietud y de su entrega incondicional al servicio evangelizador de los jóvenes. La Providencia la colocó en el momento propicio, en el sitio adecuado. Una larga estancia de seis meses en la Comunidad del sanatorio de Górliz, para recuperarse de unas dolencias de garganta, fue la ocasión para plantearse el cambio de destino: pasó entonces, en el año 75-76, de Baltanás (Palencia) a Llodio (Álava).

En el norte se estaban cocinando por aquellas fechas, las líneas programáticas de la nueva pastoral para jóvenes. EMAS estaba en crisis terminal. Sor Dominica Peña, otra gran Hija de la Caridad, incombustible al desaliento, gran protagonista del cambio en el norte, andaba como loca buscando Hermanas y Padres Paúles que empujaran el carro. Sin darse ellas cuenta, Dios las había colocado cerquita, unidas por la misma inquietud incombustible por los jóvenes…

A medida que se iban relacionando, se apercibieron de que Dios las había puesto una al lado de la otra, para realizar un nuevo proyecto rompedor… Desde el primer momento, Sor Aurora se convirtió, junto con Sor Begoña Jáuregui, en una de las más fieles y asiduas colaboradoras de Sor Dominica, en el amplio campo de la ayuda a misiones y de la promoción de la pastoral juvenil vicenciana en la Provincia de San Sebastián. La pastoral juvenil y misionera floreció en la Provincia porque hubo muchas Hermanas ilusionadas que trabajaron unidas, dando un nivel significativo a la Provincia, causando, algunas veces, la admiración de muchos.

aurora03Afortunadamente, también la Provincia de los Paúles de Zaragoza había tomado conciencia del problema e, instados por la misma Sor Dominica, que había escrito, con anterioridad, una carta de SOS al Provincial de turno, P. Villarroya, acababan de nombrar a un Padre como asesor de la pastoral juvenil vicenciana de la Provincia de Zaragoza, a tiempo completo. El cuadro parecía bien diseñado y empezó pronto a dar sus frutos.

Ni Hijas de María, ni EMAS eran nombres que cuadraran para los nuevos tiempos. Reunidos en Asamblea Nacional los representantes provinciales de la pastoral juvenil de las distintas Provincias, dimos con el nombre mágico de Juventudes Marianas Vicencianas, bajo el soplo inspirador del Espíritu, con la mediación imaginativa y creativa del P. Jesús María Lusarreta, Director, en aquel momento, de la Provincia de Hijas de la Caridad de Granada. Esto ocurrió en Septiembre de 1979. Y en Julio de 1980 tuvo lugar el primer encuentro nacional de Juventudes Marianas Vicencianas en Torre de Benagalbón…

Aquello fue como una revolución, como el estallido de los jóvenes del 68 en París, pero en otra dimensión. Y desde esa primera experiencia, decidimos todos al unísono, bien avenidos, constituir Benagalbón (Málaga) como el Santuario del nuevo halo nacional de pastoral juvenil vicenciana. El nombre sonaba bien y el lugar ofrecía las mejores condiciones, a pesar de encontrarse en un extremo de la península. Las dudas sobre la conveniencia de rotar los lugares del encuentro nacional de Juventudes por Provincias canónicas, se disiparon pronto: la experiencia de Taizé nos aconsejaba mantener un lugar emblemático como centro de referencia nacional.

El primer encuentro en Benagalbón, en Julio de 1980, fue el pistoletazo de salida. Acudieron unos 500-600 jóvenes de toda la geografía española, que pronto alcanzarían hasta un máximo de 2.000. No salió bien del todo aquel primer encuentro, pero fue la llama que encendió la hoguera. A partir de entonces, Benagalbón y las líneas pastorales refrendadas en aquellos encuentros fueron el santo y seña de la pastoral juvenil vicenciana. Su nombre y su influencia pronto traspasaron fronteras.

A estos encuentros empezaron a acudir el P. General y la Madre general, así como las Visitadoras de España… Y lo más importante de estos encuentros nacionales es que generaron una nueva ilusión en los planteamientos pastorales de los centros educativos de la familia Vicenciana. Resurgieron los grupos de JMV en los centros, a nivel de mayores y de más pequeños; se multiplicaron las reuniones semanales o quincenales, las convivencias de zona, las Pascuas juveniles, la participación de Hermanas y Padres en esta pastoral recién estrenada…

Sin duda que el fruto maduro de estos encuentros fue tomar conciencia de la necesidad de formar educadores jóvenes y posibles misioneros seglares. Así nacieron los encuentros específicos para catequistas… Fue en el año 83 cuando tuvo lugar el primer encuentro nacional de catequistas. Se constituyó la Escuela de Catequistas, cuyo periplo era trienal, con tres temas centrales: catequesis, pastoral social y tiempo libre. Impartieron estos cursos profesores y teólogos de reconocido buen nombre. Y llegaron a asistir, en el cenit de esplendor, hasta 600 jóvenes de ambos sexos. Los que terminaban satisfactoriamente el ciclo completo recibían un Diploma, reconocido y expedido por el Obispo de Málaga.

Lo que colmó el vaso de la alegría y satisfacción fue el florecimiento de algunas vocaciones para Paúles e Hijas de la Caridad, también para nuevas experiencias y envíos de estos jóvenes maduros a tierras de misión, sin duda, al calor de esta llama de Benagalbón. Nadie que conozca esta historia completa puede dudar de la influencia de Benagalbón en el alumbramiento del nuevo movimiento seglar vicenciano bautizado con el nombre de MISEVI, que tan jugosos frutos está produciendo en sus cortos años de existencia.

A lo largo de sus 40 años de permanencia en Llodio de Sor Aurora, ella fue el alma no sólo de la pastoral vicenciana de su colegio, sino que, de algún modo, contagió e irradió su influencia a toda la Provincia de San Sebastián, íntimamente unida a la Responsable de turno de la Provincia. Sor Aurora fue la tercera Delegada Provincial de la pastoral de JMV de San Sebastián, a continuación de Sor Manuela Rubio, actual Visitadora, que había sucedido, a su vez, a Sor Dominica Peña. Terminado su ciclo provincial de cuatro años, permaneció como delegada de la zona, en Álava, durante todo el tiempo de su permanencia en Llodio.

Benagalbón y sus grupos de JMV de Llodio fueron su anhelo y su ensueño. Ha llegado a mover y organizar sistemáticamente hasta catorce grupos de JMV en su centro. Movía todos los hilos psicológicos para que los grupos de Llodio fueran los más numerosos. Y a fe que lo consiguió: hasta cuatro o cinco autobuses salían de Vizcaya para Benagalbón en los buenos tiempos; uno de ellos procedía normalmente de Llodio…Hasta diez o doce autobuses salían de la Provincia de San Sebastián para Madrid a finales de Mayo para el encuentro de juveniles. Y, una vez más, el grupo más numeroso, proporcionalmente, era de Llodio.

Entendió bien, por otra parte, que sus jóvenes debían tener sentido eclesial: en ningún momento trató de acapararlos para sí misma, ni para su colegio, ni para sus siglas. Fue de las primeras Hermanas que conozco que motivó a sus jóvenes para colaborar en parroquias, en Feyda, en los cursos de inglés, en la evangelización rural de la Comunidad del Olivar; con Caritas, con cualquier otro movimiento eclesial que solicitara su colaboración. Durante años, aportó un buen número de monitores a los cursos de inglés y a los encuentros y convivencias de zona…Y ella estaba siempre en primera fila. Nunca faltó a la cita de Benagalbón ni a los encuentros internacionales de jóvenes con el Papa: Roma, París, Toronto, Denver, Madrid… También tenía tiempo para ir alguna vez a Dublín, con sus estudiantes de inglés…

En su primera juventud como Hija de la Caridad, le gustaba cantar una canción juvenil de impacto en aquellos años, “Yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así…” Los jóvenes que la conocían comentaban que la afición a cantar esa canción por parte de Sor Aurora respondía a su ser natural, a su instinto inquieto y renovador. Por eso, otros preferían llamarla Sor “Terremoto”, no en sentido negativo precisamente, sino en el sentido de ver en ella una fuerza irresistible para destruir lo caduco y endeble y dar paso así a construir estructuras nuevas…

Por todo esto, pienso que Sor Aurora permanecerá en el recuerdo íntimo y en el corazón de todos los que hemos compartido con ella ilusiones y esperanzas, luchas y dificultades… Ella será luz y guía, impulso y esfuerzo, compañía y diálogo, en la búsqueda de líneas nuevas de acción, hasta que florezca una nueva primavera en la pastoral juvenil vicenciana. Ella permanecerá siempre con nosotros…

5. Datos elementales de su biografía personal

aurora04Nació el 19 de Noviembre de 1936 en Valdunquillo de Campos (Valladolid), que, en aquel entonces, contaba con unos 1.600 habitantes aproximadamente. Sus padres se llamaban Hermenegildo y Guadalupe, cristianos de toda la vida, austeros y de recias costumbres castellanas, como era entonces normal en nuestra España católica de la época de cristiandad, con una fe de carbonero a toda prueba, y dedicados por entero a la familia y a las labores agrícolas.

Fueron 9 hermanos, cinco varones y cuatro mujeres. De la numerosa prole floreció la vocación religiosa en tres de ellos: Gregorio, el cuarto en el orden cronológico de la familia, que eligió el camino de los Agustinos. Partió a la misión agustiniana de Venezuela y de allí fue llamado a la casa del Padre, a la edad de 80 años, el 26 de Abril de 2014. Del tronco femenino de la familia, dos tuvieron el privilegio de ser llamadas al seguimiento cercano de Cristo en el servicio de los pobres, en la Compañía de las Hijas de la Caridad, Aurora y Guadalupe, quinta y octava del clan familiar. Sor Guadalupe está destinada en estos momentos en la Residencia de San Bernabé (Palencia). Estos son los nombres de la numerosa familia, por orden de nacimiento: Desiderio, Francisco, Herminia, Gregorio, Aurora, Manuel, Hermenegildo, Guadalupe y Daría.

Sor Aurora se distinguió, desde niña, por ser alegre, optimista, organizadora y de enorme consistencia ante las dificultades, que, lejos de achicarla, la estimulaban a seguir adelante. Era como el sino que marcaría toda su trayectoria vital. Entró en el seminario de las Hijas de la Caridad de Sanjurjo (Madrid) en Septiembre de 1958, el mismo año que cantó misa su hermano Gregorio. Eran aquellos tiempos gloriosos en los que pululaban por los pasillos del gran inmueble de Sanjurjo hasta 400-500 jóvenes aspirantes a ser admitidas en la compañía. Pasado el tiempo del Seminario y del postulantado correspondiente, profesó en Baltanás (Palencia), el 8 de Septiembre de 1964. Y este fue su primer destino, que se prolongó de 1960 a 1976, año en el que fue transplantada a la Comunidad de Llodio.

Desde el primer momento de su primer destino, el instinto inquieto y organizativo de Sor Aurora la llevo a involucrase, en cuerpo y alma, en la animación pastoral de sus jóvenes escolares de Baltanás. Sus conocimientos musicales le inspiraron la idea de crear una rondalla y movió los hilos para que aquellos músicos-instrumentistas en ciernes tuvieran sus propias capas de tunos y sus instrumentos musicales correspondientes. Tanto cariño y nostalgia tenía Sor Aurora de aquella primera movida juvenil que, según me cuentan, ella misma llevó las capas de tunos de sus primeros grupos de Baltanás a la reciente Asamblea Provincial, tenida en San Sebastián en 2014.

La llegada a Llodio de Sor Aurora, donde las Hermanas dirigían un colegio de bien reconocido buen nombre, suponía un nuevo trampolín de evangelización para sus jóvenes. Allí se mantuvo entera y en plenitud de forma hasta el final de sus días. Alcanzó su plenitud de vida como Hija de la Caridad en el servicio pastoral de los jóvenes, durante los cuarenta años en la comunidad del colegio de la Milagrosa: de Septiembre del 76 a Febrero de 2015. Partió a la casa del Padre el 24 de Febrero de 2015. La iglesia parroquial de San Pedro de Lanuza se llenó hasta rebosar: era la despedida de la Hermana que había acompañado a sus hijos desde la niñez hasta su juventud madura. Era y sigue siendo, de alguna manera, la madre del pueblo…

Aurora, te vas, pero te quedas con nosotros… Tu impronta y tu empeño, tu sonrisa y tu entrega nos acompañaran en el camino áspero que nos queda. Gracias por todo, Sor Aurora, por ti y por tu familia.

Félix Villafranca CM

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