Reflexiones Vicentinas al Evangelio: Cuarto Domingo de Adviento

por | Dic 20, 2013 | Reflexiones | 0 comentarios

re_011213_1090«Tenía tan gran modestia y pudor… que se turbó, sin mirarlo (al ángel)» (SVdeP IX, 97)

Ya viene la Navidad, y en la Eucaristía de hoy se nos recomienda que descubramos en Jesús a Aquel que habría de responder a la expectativa de los siglos. San Mateo nos relata el anuncio del ángel a José y hace notar que el nacimiento de Jesús es el cumplimiento de la profecía de Isaías sobre el Emmanuel, de la primera Lectura, porque el Hijo de María es el “Dios-con-nosotros”. San Pablo en la segunda Lectura, subraya que Cristo resucitado es Dios, hecho hombre; es el Hijo de Dios que nació como hombre de la estirpe de David.
Los primeros cristianos hicieron el esfuerzo de poder configurar el sentido de la vida de Jesús, y para ellos se sirvieron del Antiguo Testamento, que les permitía comprender el proyecto de Dios realizado en Jesús. Uno de esos textos es el de Isaías, conocido como el Libro de Emmanuel (Is. 7-12). En la primera Lectura de este cuarto domingo de Adviento, escuchamos el segundo aviso: el signo de Emmanuel, anuncio de Dios al rey Ajaz. El y su pueblo están temerosos ante la amenaza de invasión que se cierne sobre Jerusalén. Dios alienta a su pueblo y le invita a renovar su confianza (Is. 7, 4-9), pero le recrimina su falta de fe, de modo que Él mismo dará la señal de su presencia: “La doncella está en cinta y dará a luz un hijo…” (Is. 7,14). La señal de Dios no es un fenómeno físico o astronómico; es una mujer embarazada, un niño, un ser humano en toda su contingencia y debilidad.

Pablo, con su carta dirigida a la comunidad de los Romanos, asume la actitud fundamental del creyente: en su vida y su misión se entiende a sí mismo como parte de la acción histórica de Dios en Jesús, y se convierte en testimonio y ejemplo de quien asume su existencia desde la fe y permite que a través de su vida se manifieste la gran señal de Dios: Jesús, que es un proyecto de vida al que todos los creyentes estamos llamados.
El Evangelio relata los acontecimientos que acompañaron la concepción de Jesús: María y José ven estremecidas sus vidas y sus proyectos. Dios entra en su camino y los vincula a su proyecto de vida con Jesús, pero esto implica para cada uno un proceso de aceptación y entrega.

Mateo no se ocupa del proceso de María, sino que presenta a José experimentando dificultad para aceptar la nueva situación que Dios plantea en su vida. Y, es que no siempre resulta fácil comprender y acoger los caminos y designios de Dios en nuestras vidas, por muy buenos que seamos o queramos ser. Pero José, es un hombre dispuesto a escuchar y acoger la voluntad de Dios en su vida y asume con responsabilidad y entrega lo que Dios le ha encomendado.

Estamos invitados hoy, a superar la tendencia de esperar señales extraordinarias y reconocer en la simplicidad de cada día, las señales cotidianas de Dios, de modo que acogiéndolas podamos realizar su voluntad y vincular toda nuestra vida a su proyecto. Debemos discernir cuál es la voluntad de Dios para cada uno de nosotros, para nuestra familia, para nuestra Conferencia, en la realización de su proyecto aquí, ahora, en nuestra sociedad.

«Recogía en su corazón las palabras de su Hijo; se llenaba de ellas y las meditaba luego, de forma que no perdía nada de todo cuanto decía, si la santísima Virgen…no dejaba de recoger con esmero las sagradas palabras de su Hijo, ¿qué no hemos de hacer nosotros por intentar conservar en nuestros corazones la unción de estas santas palabras? » (SVdeP XI, 679)

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