Fuí a Libia invitado por su Excelencia Mgr. Giovanni Martinelli, Obispo de Tripoli. En esta área, la iglesia atólica tiene solamente un lugar público de culto: la parroquia de San Francisco en la capital. Los fieles pertenecen a muchos países y a diferentes culturas. Los católicos en la zona cuentan oficialmente solo con los servicios religiosos de esta parroquia. No hay más lugares públicos de culto.
Pero hay bastantes religiosas trabajando en unos cuantos lugares: hospitales, escuelas, orfanatorios, además de las que atienden a niños discapacitados o a ancianos.
En estos lugares, se celebran misas y se tienen actividades religiosas. Esta es la clase de presencia que me impresionó en un ambiente y un contexto totalmente musulmán.
Hay también bastantes enfermeras profesionales, doctores, y otros técnicos en hospitales o centros de salud en los que la presencia católica se hace visible. Los sacerdotes pueden llevar a cabo su trabajo pastoral y proporcionan servicios religiosos a personas provenientes de las Islas Filipinas, India y probablemente también de otros países.
El servicio de “Caritas” entre los pobres o refugiados subsaharianos es un servicio Cristiano visible y emocionante en Libia Jamhirya. Tuve la oportunidad de visitar muchos de estos lugares, prisiones y cárceles con los trabajadores de “Caritas” donde los refugiados y otros ilegales en Libia son detenidos y torturados. Su única esperanza y consuelo es el servicio de “Caritas” a través de la cual la Iglesia proporciona una asistencia muy amplia.
El carisma vicenciano está presente en la iglesia católica de Libia. Hay cuatro Hijas de la Caridad que trabajan sin descanso. Dos vienen de la Provincia de Pamplona (España) y dos de las Islas Filipinas. Estas últimas trabajan en hospitales y enseñan inglés a la gente. Las otras dos trabajan incansablemente con los pobres a través de “Caritas”. Su vida es una entrega total a los pobres especialmente refugiados eritreos y encarcelados provenientes de países subsaharianos con frecuencia ilegales en el país. La única esperanza para toda esta gente, tanto si están en la cárcel como si están fuera, son las Hermanas y otras Hermanas como las de FMM, de la Madre Teresa, de Charles De Foucaoux, Hermanitas, etc. Están respaldadas por sacerdotes Franciscanos de distintos países y por un sacerdote diocesano de Malta. Todos ellos trabajan bajo el liderazgo alentador de su Excelencia, el Obispo de Tripoli.
La presencia de estos misioneros es el fermento de la Palabra de Dios a través de la cual, la Iglesia Católica está llevando a cabo su labor evangelizadora. ¡Que Dios los sostenga y los mantenga!
El impacto con esta realidad me lleva a pensar cómo los Paúles (Vicentinos) podemos ayudar a la iglesia local de Trípoli que está en la vanguardia de este nuevo modo de evangelizar.
Abba Weldemariam Z/J CM
20, Octubre 2008
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