Intervención de Sor Évelyne Franc en el Sínodo de los Obispos

por | Oct 25, 2008 | Hijas de la Caridad, Iglesia | 0 comentarios

1. La Palabra de Dios en el centro de nuestra vida (Documento de Trabajo n 24, 38, 52)

La Palabra nos despierta cada mañana y nos acompaña durante la jornada con la Liturgia de las Horas, la Eucaristía, los tiempos de oración y de servicio. Ella es al mismo tiempo dulce como la miel y amarga como la hiel; ella consuela y también nos conmueve, nos impulsa mar adentro, nos desestabiliza.

Compartir la Palabra (Lectio divina) aviva nuestro compromiso apostólico, es factor de unidad y camino de perdón, de reconciliación y de discernimiento. Es aún más necesaria en nuestra época en la cual, en los cinco continentes, las Hermanas, cercanas en el corazón y en la vida a los pobres enfrentan a veces situaciones de extrema dificultad. Compartir la Palabra refuerza, entonces, su sentido de pertenencia a Cristo, las une a la comunidad que las envía a la misión de la Iglesia.

2. El anuncio de la Palabra a través de nuestro servicio a los pobres (Documento de trabajo n. 36, 39, 43, 44).

La Palabra nos impulsa a servir no sólo para combatir el hambre material, la miseria; nos impulsa también a trabajar por un mundo en el que todos sean respetados, nos impulsa a denunciar las injusticias. Se impone una doble lectura de la Palabra: leer la vida de los pobres a la luz de las Escrituras y leer las Escrituras desde el punto de vista de los pobres; los pobres que nos evangelizan son sacramento de Cristo en medio de nosotros.

Para terminar, quiero decir algo sobre el anuncio de la Palabra en la pastoral de los jóvenes y en la piedad popular.

Los jóvenes de los cinco continentes responden con entusiasmo a los desafíos lanzados en ocasión de las JMJ: «Vosotros sois la sal de la tierra…Vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5, 13-14) en Toronto; «Hemos venido a adorarle» (Mt 2, 2) en Colonia; «Recibiréis una fuerza, cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros y de este modo seréis mis testigos»(Hch 1,8) en Sidney. Los jóvenes esperan de nosotros tales desafíos y están dispuestos a acogerlos si caminamos junto a ellos, vivimos de esta Palabra y sabemos transmitirla.

El número 36 del Documento de Trabajo cita la piedad popular, doy un ejemplo: la medalla milagrosa ofrecida a tantas personas en el mundo es un humilde instrumento de catequesis, un resumen de la historia de la salvación que permite anunciar la Palabra de Dios.

Esta Palabra, María, la mujer eucarística, nuestro modelo de vida espiritual, la recibió plenamente y la comparte plenamente con nosotros.

Intervención de Sor FRANC,en el Sínodo de los Obispos
(14e congregación general),
el martes 14 de octubre

(Zenit, 16 octubre 2008)

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