No podemos servir a Dios y al dinero, pero si podemos administrar concientemente los bienes que tenemos en beneficio de los más pobres. Preparando la liturgia para este domingo, en que celebraremos una jornada especial con las ramas de la Familia Vicentina, como parte de la gran fiesta de San Vicente de Paúl, se me vino a la mente una frase que escuche de una persona que pertenecía a una rama de la FAMVIN, pero que se negaba a asistir a la formación mensual organizada por el Consejo Nacional, ya que aducía que no se puede servir a dos señores al mismo tiempo, haciendo referencia al evangelio de Lucas que meditamos en este domingo XXV del tiempo ordinario.
La excusa realmente no es válida, porque en el caso de la Familia Vicentina, no se trata de dos señores diferentes: mi grupo, mi comunidad de un lado y la Famvin por otro lado. Sino que somos hijos e hijas de un mismo tronco. Unidos claramente por el tronco principal que es Jesucristo, María y la Iglesia.
Las ramas algunas fundadas por el mismo San Vicente, otras por inquietud de miembros de las ramas originales o fundadas por situaciones que se presentaron en la historia, han nacido con el mismo fin: seguir y llevar el mensaje de Jesucristo y servirle en la persona de los más pobres.
Algunas ramas son más grandes que otras, pero al final de cuentas, al unirnos, podemos formar un grupo que ayude al mundo a salir de la pobreza extrema que es un signo de vergüenza ante los avances del mundo moderno. Ya que se invierte más en experimentos de cremas anti-arrugas que en proporcionar soluciones concretas para el hambre del mundo.
De esta forma los retos de unirnos como una sola familia unida a Cristo, María y San Vicente, es un signo de solidaridad en un mundo cada vez más egoísta. De igual forma se nos hace un fuerte llamado de cuidar y utilizar concientemente los bienes.
Los grupos de la Familia Vicentina en el mundo, regularmente no poseen grandes tesoros, templos, iglesias, conventos, colegios o universidades, por lo que no podemos darnos el gusto de derrochar el dinero. Como nos decían en el Seminario Interno: piensen en que están comiendo con el dinero de las ancianas que dieron con sacrificio una moneda. Por eso el dinero que utilizamos se vuelve sagrado, porque la mayoría de personas lo han dado pensando en Dios y es de nuestra responsabilidad que lleguen realmente a Jesús que se hace presente en el que sufre y tiene necesidades concretas.
San Vicente de Paúl siempre fue eclesial, la regla de la misión es Jesucristo y su amor a la Virgen María, la Virgen Milagrosa, también forman parte del legado que comprendieron y pusieron en práctica Luisa de Marillac, Federico Ozanam, Rosalía Rendú, Regis Clet, Ghebra Miguel, Isabel Zeton, Catalina Labouré, Juan Gabriel Perboyre y tantos hombres y mujeres que a través de la historia supieron entregarse al servicio de la evangelización y la caridad con los más necesitados.
Hoy somos muchas personas, muchos grupos, varias ramas, perro lo más importante es que nos unamos, que «globalicemos la caridad» y estemos dispuestos a un cambio sistémico que beneficie a los grupos de personas más vulnerables en la sociedad actual.
Feliz día de San Vicente de Paúl, familia Vicentina.
Sinceramente,
Julio Adolfo Castellanos, AMM.
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