La controversia actual sobre la inmigración ilegal es un síntoma del verdadero problema, que es la pobreza. Mientras haya gente que viven ricos, relativamente, en el otro lado, siempre habrá problemas.
Domingo de la Santísima Trinidad, Año B
Si he impedido a los pobres (Job 31,16)
Un asunto que mucho se discute hoy día en los EE.UU. es el de la inmigración ilegal. Siendo este año un año par, quiere decir, año de elecciones, los políticos por todo el país tratan, o por lo menos quieren aparentar que tratan, de la cuestión con mucha urgencia.
De hecho, el Senado y la Cámara de Representantes han aprobado ya, por separado, proyectos de ley que contengan, se espera, la inmigración ilegal (http://www.terra.com/inmigracion/articulo/html/inm4094.htm). En ambos proyectos de ley hay provisiones que autorizan la construcción de un muro en la frontera de los EE.UU. con México, que será o una triple cerca en 600 kilómetros de la frontera, según los senadores, o una doble cerca en 1.150 kilómetros de la frontera, según los representantes.
Comentando sobre esta cuestión, un señor con nombre de John Dunlap dijo en su carta al periódico Times-Herald del 22 de mayo de 2006:
La controversia actual sobre la
inmigración ilegal desde la frontera
meridional es un síntoma del verdadero
problema, el cual es la pobreza. Mientras
haya gente que viven ricos, relativamente,
en el otro lado, siempre habrá problemas.
La civilización no ha llegado todavía a tal
punto que una nación lo considera como una
obligación levantar el nivel de vida de los
ciudadanos de países vecinos. Orgulloso
estaría yo de mi país, sin embargo, y mucho
mejor me sentiría si se gastase el dinero
que vienen de nuestros impuestos para ayudar
a nuestros vecinos, en lugar de levantar entre
nosotros una valla de cemento y acero.
Con el escritor de esta carta me pongo de acuerdo, si bien que se ha de reconocer lo complicado que es el problema de la inmigración ilegal (cf. http://www.cptryon.org/compassion/78/sm.htm; http://www.the-tidings.com/2006/0407/benson.htm; http://www.famvin.org/en/modules.php?name=News&file=article&sid=4597). Prefiero tal declaración sencilla, desafiante y apremiante, a otra que aburre e inmoviliza debido a sus múltiples matices, sutiles distinciones y delicadas aclaraciones. Permítaseme añadir nada más que al no haber llegado todavía la civilización a tal punto señalado en la carta, esto indica también, me temo, que a los bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, no poco nos queda por hacer todavía para llegar a tal punto que compartimos más plenamente en la vida de comunión de la Santísma Trinidad y aceptamos sin reservas la buena noticia anunciada por el Evangelizador de los pobres, el ungido por el Señor con el Espíritu Santo.
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