Sínodo de los Obispos (9)

por | Oct 11, 2005 | Iglesia | 0 comentarios

Crónica de las Congregaciones XI-XIII del Sínodo de los Obispos. Escribe el P. Alfredo Becerra c.m.

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LA EUCARISTÍA, FUENTE Y CUMBRE DE LA VIDA
Y DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA

 

Undécima Congregación General

En la mañana del lunes 10 de octubre se celebró en presencia del Santo Padre y de 244 padres sinodales la Undécima Congregación General del Sínodo. El Presidente Delegado de turno fue el Cardenal Francis Arinze, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. A continuación presentamos algunas palabras de varias intervenciones.

El Cardenal Lubomyr Husar, M.S.U , Arzobispo de Lviv de los Ucranianos, Presidente del Sínodo de las Iglesias Grego-catolícas de Ucrania, sugirió a los padres sinodales dedicar un Sínodo a las Iglesias orientales. “ La Eucaristía es fuente y culmen de la vida y la misión de la Iglesia. ¡Pero esto es también cierto para las Iglesias Ortodoxas! Si la Liturgia es «regula fidei» (Lex orandi, lex credendi), si la Divina Liturgia que celebran las Iglesias Orientales en comunión con la Sede de Roma y la de las Iglesias Ortodoxas o Apostólicas es idéntica para ambas, si es recíproco el reconocimiento de la sucesión apostólica de los obispos y, en consecuencia, de los sacerdotes que la celebran, me pregunto: ¿Qué más hace falta para la unidad? ¿Existe, quizá otra fuente u otro culmen superior a la Eucaristía ? Y si no existe ¿por qué no se permite la concelebración?. Una propuesta final: Para crecer en la comunión intraeclesial católica quisiera proponer que el próximo Sínodo se dedique precisamente a las Iglesias Orientales».

El Cardenal Crescenzio Sepe, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (Vaticano), señaló que hay muchas personas que no conocen a Jesús. “Hoy casi 5.000 millones de personas no conocen a Jesús y por lo tanto no pueden alimentarse de Su Cuerpo y Su Sangre. La Iglesia tiene el derecho y el deber de llevar, también a ellos, el pan de la vida y el cáliz de la salvación. Con ese fin es necesario que la doctrina eucarística se ofrezca a los no cristianos en su verdad integral sin ceder a las «modas culturales» que llevarían a la deriva hermenéutica por la cual la Eucaristía perdería su dimensión mística real y se convertiría en una variante de esa antropología cultural que relativiza la persona misma de Jesucristo».

El Obispo Petra Gherghel, de Iaşi (Rumania), Delegado de la Conferencia Episcopal Rumana, invito a hacer siempre más visible y accesible el Tabernáculo. “El permanecer en Cristo ha garantizado desde el principio la vitalidad y la fuerza de la primeras comunidades cristianas. (…) En el largo período comunista el único lugar donde los fieles podían alimentar el coraje de su fe era la Iglesia. La celebración de la Eucaristía era al mismo tiempo momento de evangelización, catequesis y comunión con Dios y con los hermanos. (…) Sugiero una propuesta para incrementar el respeto por la Eucaristía. Teniendo presente la tradición oriental (…) y el intento de un intercambio de dones entre nuestras Iglesias, propongo utilizar para la Santa Misa también el apelativo » La Santa y Divina Liturgia», junto al latín, ya en uso pero poco preciso. Será un nombre que sugiere con más intensidad lo sagrado, e invita al recogimiento, al estupor, al silencio y a la adoración».

El Obispo Gabriel Malzaire, de Roseau (Dominica), insistió en mantener vivo el sentido de responsabilidad hacia las necesidades de los demás. » En las Antillas, la intercomunión plantea problemas. Para muchos fieles la comunión lleva a la santidad personal y a una transformación de los comportamientos y engendra un sentido de responsabilidad hacia las necesidades de los demás. Sin embargo, para muchos hay discrepancia entre lo que creen y su modo de vivir. Sugiero algunas propuestas: regreso al énfasis en los preceptos pascuales que imponen al menos la confesión anual; recordar el respeto y la reverencia debidos a los lugares sagrados; más silencio antes de la celebración de la Santa Misa y durante ella; que se vuelvan a colocar de nuevo reclinatorios y bancos donde las personas puedan arrodillarse para que se acostumbren a mostrar reverencia ante el Santísimo Sacramento».

El R. P. Peter-Hans Kolvenbach, S.J ., Prespósito General de la Compañía de Jesús, aludió a los horizontes prometedores de diálogo entre católicos y reformados. “El descubrimiento de la noción tridentina tridentina de “representación sacramental” (…) abre horizontes prometedores en el diálogo entre católicos y reformados”. La Misa es «renovación del sacrificio de la cruz»… es «la renovación del memorial del sacrificio de la Cruz «. “El límite que ha contrapuesto la teología Católica del segundo milenio a la Ortodoxa ha sido el de analizar la transformación eucarística basándose en el «tiempo físico», haciéndola depender exclusivamente o del momento en que se pronuncian las palabras de la consagración o del momento en que se pronuncia la «epiclesis» consagratoria. Tanto por una parte, como por otra, se ha olvidado que el instante en que se produce la transubstanciación (metabolè) no es el de nuestro cronómetro, sino el instante de Dios, que es tiempo sacramental”. El magisterio admite dos momentos fuertes, provistos de eficacia consagratoria absoluta: el relato institucional y la epiclesis. La cuestión de la epiclesis se revela como un verdadero puente ecuménico del diálogo entre católicos y ortodoxos.

El Arzobispo Oswald Gracias, de Agra (India), Presidente de la Conferencia Episcopal de la India , dijo que su intervento pretendía tomar en consideración el contexto indiano, en donde los católicos son una minoría. «En India, donde es muy necesaria la formación en la fe, hace falta prestar más atención al objetivo de que las personas comprendan, aprecien y vivan la riqueza de las Escrituras. Con ese motivo se puede recurrir al empleo de los medios de comunicación como proyecciones audiovisuales con escenas del Evangelio y representaciones importantes de forma que la proclamación llegue a todos los niveles de la conciencia humana. Los obispos en cuanto plenamente responsables, deberían evitar el peligro del protagonismo. (…) Las personas, en algunas zonas de la India , se sienten atraídas por las sectas porque encuentran nuestra liturgia monótona e impersonal, muy alejada de una experiencia de Dios. Las conferencias episcopales, junto con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramento, podrían estudiar instrumentos para una inculturación más eficaz de la liturgia y, permitir, al mismo tiempo, mayor libertad y creatividad en ella, salvaguardándola al mismo tiempo de peligros y abusos”.

Duodécima Congregación General

En la tarde del lunes 10 de octubre se celebró, con la participación de 242 padres sinodales, la Duodécima Congregación General del Sínodo. El Presidente Delegado de turno fue el Cardenal Francis Arinze. El Papa estuvo presente en los momentos de las intervenciones libres.

El Cardenal Ivan Dias, Arzobispo de Bombay (India), recordó cual fue el secreto de muchos santos que siguen siendo modelos para nosotros. Entre las sombras que vive la Iglesia no podemos olvidar “en la Iglesia también ha habido personas que han tratado dichas situaciones de modo que todavía hoy nos sirve de inspiración. Todos conocen la santidad del Cura de Ars, del gran apóstol del confesionario, Juan María Vianney, y del arzobispo Fulton Sheen, el brillante orador que ha llegado a miles de personas con sus retransmisiones radiofónicas y televisivas. El secreto de su gran éxito se ha debido a las muchas horas que transcurrían en oración ante el Santísimo Sacramento. Pueden ser modelos ejemplares para los sacerdotes y obispos de hoy. (…) Puesto que estamos inmersos en la oscuridad de los males morales y espirituales que nos rodean, ) no sería estupendo si los obispos y sacerdotes de todo el mundo transcurrieran una hora de oración y adoración ante el Santísimo Sacramento cada día, para interceder por sí mismos, por los fieles confiados a su cuidado pastoral y las necesidades de la Iglesia universal? Su rebaño se sentiría ciertamente edificado y animado viendo a sus pastores poner en práctica lo que predican sobre la devoción a la Sagrada Eucaristía «.

El Cardenal Julián Herranz, Presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos (Vaticano), dijo que el derecho a participar en la Eucaristía viene de la generosidad y misericordia de Dios. “Se trata de un derecho fundamental, pero no absoluto, como piensan algunos. Existen requisitos personales que limitan este derecho. La necesidad del estado de gracia para recibir la Sagrada Comunión , que debe juzgar el interesado, tiene también algunas manifestaciones externas que llaman en causa a los pastores sagrados. Son los casos (…) de un comportamiento externo grave, manifiesto y establemente contrario a la norma normal, que impide la admisión a la Comunión eucarística. Esta norma concierne a una gran diversidad de situaciones irregulares: sin embargo, se deben seguir todas con paciencia admirable y solicitud pastoral, para tratar de que sean regulares y para evitar que ningún fiel se aleje de la Iglesia , o se considere incluso excomulgado por el solo hecho de no poder recibir la Comunión. (…) Quizá nosotros deberíamos ser más sensibles a las justas peticiones de los fieles que expresan su hambre de Eucaristía. Muchos se lamentan de que casi nunca encuentran confesores (…) sufren porque -contrariamente a las normas canónicas sobre el culto público- las iglesias están siempre cerradas cuando no hay celebraciones comunitarias y no pueden adorar el Santísimo Sacramento. (…) Pedimos a la Virgen -«espejo de justicia»- que nos ayude a garantizar a nuestros hermanos laicos el ejercicio de sus derechos: por el bien de sus almas, y también por el ímpetu apostólico de todo el pueblo de Dios».

El Obispo Johannes Gerardus Maria Van Burgsteden, S.S.S., Auxiliar de Haarlem (Países Bajos), insistió que para que la celebración eucarística sea más cercana al hombre son necesarias tres puntos: una catequesis adecuada, una celebración digna y cultivar la adoración del Santísimo Sacramento. “Antes que nada, una catequesis continua que sea el centro y la cumbre de nuestra fe. La catequesis tiene que ser, por tanto, eucarística. Una catequesis eucarística es por su misma naturaleza una catequesis cristocéntrica. El es corazón y la cumbre de nuestra fe. (…) Como segundo punto, merece nuestra atención una celebración de la Eucaristía digna. Aquí tienen una gran responsabilidad tanto los celebrantes como los fieles. Con celebración digna entiendo seguir fielmente las reglas y las rúbricas. También es necesario afirmar que la verdadera dignidad está, por encima de todo, en la disposición interior tanto de los fieles como de los celebrantes. En la sacristía de una antigua iglesia de los Países Bajos, leí una vez este texto: «Celebra esta Santa Misa como si fuese tu primera, única y última». Este texto me hizo pensar que no hubiera estado mal ponerlo también en la puerta principal de la iglesia. Como tercer y último, la adoración del Santísimo Sacramento. Creo que en nuestros lugares, el culto eucarístico se limita sobre todo a la celebración de la Eucaristía «.

El P. John Corriveau, Ministro General de la Orden Franciscana de Frailes Menores Capuchinos, invito a hacer que la comunidad cristiana redescubra la unión entre el misterio eucarístico y la vida diaria. “Nuestra época necesita volver a descubrir el temor de Dios. San Francisco nos llama al temor de Dios, a la sorpresa y a la maravilla por cómo Dios toma constantemente la iniciativa respecto a nosotros. Es algo vital para aquellos de nosotros que viven en una cultura donde ya nada nos sorprende porque todo es producto de la planificación y la organización humana. La humanidad aparece como el producto de la propia experimentación y no deja espacio alguno a la sorpresa y la novedad (…) Es importante que la comunidad cristiana redescubra la unión profunda entre el misterio eucarístico y las circunstancias de la vida cotidiana, a partir de las relaciones fraternas hasta abarcar la creación entera. Se forma así el movimiento circular intrínseco a la vida cristiana: la Eucaristía nos llevará a tener relaciones fraternales en la Iglesia , en la sociedad y con todo lo creado. Trabajar para la promoción de una verdadera hermandad de paz entre las gentes y para la salvaguardia de lo creado nos alentará a reconocer en la Eucaristía el único y adecuado fundamento de nuestra vida y nuestra acción».

El Obispo Alfred Victor Petit Vergel, Auxiliar de San Cristóbal de la Habana (Cuba), dijo que ante la imposibilidad de construir iglesias en Cuba se han creado las “casas de oración” en los barrios para celebrar la Eucaristía. “A pesar de la escasez de sacerdotes, tenemos la Eucaristía en gran aprecio y se celebra con gran respeto por las normas litúrgicas. Sin embargo, ante la dificultad y prácticamente la imposibilidad de construir nuevos templos, tenemos las así llamadas «casas de oración» o «casas de misión» situadas en los barrios periféricos y en los pequeños poblados y caseríos, donde se reúne semanalmente, o con la frecuencia que puedan, un pequeño grupo de fieles, no más de 40 bajo la dirección de un laico comprometido, una religiosa o un diacono. Allí acude el sacerdote y se celebra la Santa Misa en esas casas con gran devoción y respeto por las normas litúrgicas y precediendo la correspondiente confesión sacramental para los que, con las debidas disposiciones, desean participar del Pan Eucarístico».

El Obispo Kart-Heinz Weisemann, Auxiliar de Paderbon (Alemania), dijo que nuestro tiempo tiene nostalgia de Dios, pero “¿somos capaces de celebrar la Eucaristía de forma tal que los seres humanos se sientan atraídos por el misterio eucarístico? La forma más elevada de la presencia del Señor, que definimos del modo más adecuado con los conceptos de presencia real y de transubstanciación se revela para Santo Tomás en el celebre himno «Adoro te devote, latens deitas» ,en el mismo acto, como la forma más elevada de secreto sacramental. No nos referimos con ello al escepticismo moderno, sino a todo lo contrario: a la apertura de una dialéctica esponsal del «buscar para encontrar» y del «encontrar para buscar». (…) Esta dimensión mística debe expresarse también en nuestra manera de hablar de la Eucaristía y de celebrarla. (…) Tenemos que dar relieve a gestos y formas litúrgicas que expresen también aquello que se esconde, que se intuye solo en el silencio y que escapa a nuestra posibilidad»

 Decimotercera Congregación General

En la mañana del martes 11 de octubre se celebró en presencia del Papa la Decimotercera Congregación General del Sínodo. El Presidente Delegado de turno fue el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo de Guadalajara (México). Presentamos algunas reflexiones de algunas de las intervenciones.

El Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado (Vaticano), insistió en hacer de la Eucaristía un verdadero signo de unidad. «Toda la liturgia eucarística nos lleva a fortalecer los vínculos de unidad entre nosotros. Por eso es importante la oración por el Papa, que está presente en cada Santa Misa. También es importante la oración por el obispo, pastor de la Iglesia particular donde se celebra la Eucaristía. Además , es importante el abrazo de paz entre los presentes, para curar todas las eventuales heridas a la unidad que pueden existir en las comunidades locales. Existen a menudo tantas divisiones también entre nosotros, ministros del Señor, en los mismos institutos religiosos, en las diócesis con diversos grupos étnicos. La Eucaristía es siempre una invitación a la unidad de todos los discípulos de Cristo; es más, es siempre un agente unidad como consecuencia de la gracia unificadora que nos comunica. Sin embargo, la actitud que debemos tener con nuestros hermanos separados que desean participar en la Eucaristía celebrada en nuestra Santa Iglesia es un problema delicado”.

El Obispo Czeslaw Kozon, de Copenhague (Dinamarca), expuso la situación de los países de la Conferencia Episcopal Nórdica, ellos “forman un territorio de la diáspora muy extenso, con unos 200.000 católicos distribuidos diversamente en los distintos países, con una mayor concentración en Suecia, Noruega y Dinamarca. Los países de por sí son mayormente luteranos. (…) Uno de los principales desafíos es el de las notables distancias geográficas. A pesar de todo, en la mayor parte de las parroquias es posible celebrar la Eucaristía todos los domingos, con una participación del 20-30% de los fieles. Si el número de sacerdotes es relativamente elevado en relación con el número de los creyentes, es lo mínimo que se puede pedir dadas las enormes distancias. (…) Los católicos de los países nórdicos deben afrontar el desafió de unir la fe y la vida, para que la participación en la Eucaristía les lleva a una vida de compromiso en la Iglesia y en la sociedad. (…) la práctica de la confesión deja mucho que desear. Prácticamente no existen abusos litúrgicos serios. (…) Desde el punto de vista ecuménico, a pesar de existir un clima positivo, la Iglesia católica percibe una fuerte incomprensión por lo que se refiere a la intercomunión”. Recordó la situación de muchos católicos divorciados y que se han vuelto a casar, que no pueden participar en la Comunión.

El Arzobispo Diarmuid Martin, de Dublín (Irlanda), insistió en la necesidad de invertir fuerzas y tiempo en la formación de la fe. “En una sociedad caracterizada por una creciente secularización, es necesario dejar más espacio en nuestra catequesis y en nuestras parroquias, a la formación de la fe. Hoy, en muchas de nuestras comunidades ya no podemos presumir de la fe. La semilla de la fe necesita alimentarse, no solo en los primeros años de vida del cristiano, con la tradicional catequesis de los jóvenes, sino en todas las etapas de la vida. La rapidez de los cambios sociales implica una urgencia cada vez mayor en la formación en la fe de los adultos, para acompañarles mientras -un día tras otro y un año tras otro-, tratan de vivir su compromiso cristiano en un mundo que cambia. El laico con espíritu eucarístico estará presente en las realidades del mundo secularizado, siendo capaz de tender a los valores permanentes e indicar los fundamentos de una esperanza que deriva de reconocer la Eucaristía como revelación y presencia en medio de nosotros del amor gratuito de Dios en Jesucristo, que se ha ofrecido por nosotros».

El Obispo Edward Gabriel Risi, O.M.I., de Keimoes-Upington (Sudáfrica), habló sobre la importancia de la Comunidades de Base para mantener viva la fe de los creyentes. “En la Conferencia Episcopal regional de África Meridional (SACBC) hemos descubierto que el papel de las pequeñas comunidades de base es esencial en la preparación y la celebración de la liturgia y es también el lugar donde se vive el don del Espíritu (…) debido a la carencia de sacerdotes, hay muchas comunidades que celebran la Misa solo una vez al mes, o una vez cada dos meses (…)Hay que decir que la parte más sagrada de la liturgia del domingo, la Oración Eucarística , es la menos capaz de suscitar atención. No obstante sea el fulcro de la Eucaristía , la cima más elevada, ha resultado ser la más baja. El sacerdote la reza sólo y los laicos tienen una participación pasiva y no activa. Quisiéramos proponer alguna forma de participación responsorial que permitiese a las personas participar de una manera más activa que la de mantener un silencio respetuoso. No estamos proponiendo que se disminuya el papel del celebrante, sino más bien dar a las personas un papel que las haga más activas, junto al celebrante y que aumente su participación».

El Obispo Gabriel Mbilingi, C.S.Sp., de Lwena (Angola), insistió como de la comunión eucarística se deriva un compromiso moral. “Han transcurrido más de cinco siglos desde que el Evangelio llegó a Angola. Es un país de mayoría cristiana. (…) Con un porcentaje tan elevado de cristianos y en particular de católicos, habría que preguntarse ¿por qué hemos vivido tantos años de guerra civil? Y ¿cuales han sido los frutos de las Santas Misas en las que han participado tantos cristianos? ¿Por qué no se siente el peso de la presencia de los católicos que ocupan un lugar de relieve en la política y en las tareas sociales? Son preguntas legítimas, si bien sean provocadoras. (…) Hay que insistir en el sentido personal y eclesial de la Eucaristía en relación con la vida moral, con la santidad y la misión en el mundo. De la comunión eucarística debería derivar un compromiso moral que sea fuente de vida para vencer el pecado, buscando la verdad, la rectitud de la conciencia y el testimonio de los valores evangélicos, ensombrecidos por el estado de guerra. Tendríamos que insistir en la catequesis sobre el ligamen entre Eucaristía y construcción de una sociedad justa, a través de la responsabilidad personal de cada uno en la participación activa en la misión de la Iglesia en el mundo».

El Obispo Leon Maly , Auxiliar de Lviv de los Latinos (Ucrania),  invito a retomar las recomendaciones que el Vaticano II. «Hay que intentar que la participación en la Santa Misa sea cada vez más profunda. A este propósito hay que decir que también el Concilio Vaticano II en la Constitución Sacrosanctum Concilium, sugiere lo mismo: «se recomienda mucho aquella participación más perfecta en la Misa , por la cual los fieles, después de la comunión del sacerdote, reciben el cuerpo del Señor del mismo sacrificio». La recomendación no es nueva en absoluto: estaba también presente en el Concilio de Trento (…) parece que esa indicación, aún no se haya entendido plenamente. A veces no se consagran las hostias para los fieles, sino que se toman del tabernáculo que está siempre lleno de hostias ya consagradas. Pero la recomendación de los Padres Conciliares contiene un profundo signo de la Iglesia , su dimensión de Pueblo de Dios, además de Cuerpo Místico de Cristo. El pueblo de Dios se reúne alrededor del altar del que recibe el Cuerpo de Cristo».

Alfredo Becerra Vázquez, C.M.

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