Conferencia del Superior General, P. Robert P. Malony, al Consejo Internacional de JMV y a los Consejos de Europa, reunidos en Madrid(6/12/2003), con el título: VALORES ESPIRITUALES QUE POTENCIAR EN LOS LÍDERES DE JMV DEL NUEVO MILENIO
Envío de la conferencia y fotografías, cortesía del P. Pedro Junquera.
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VALORES
ESPIRITUALES QUE POTENCIAR
EN
LOS LÍDERES DE JMV DEL NUEVO MILENIO
Estoy
encantado de estar hoy aquí con vosotros para este primer encuentro de Consejos
Nacionales de JMV de Europa. Doy gracias a Dios, y a vosotros, por vuestra
profunda fe, vuestro amor as al carisma mariano-vicenciano de JMV y por vuestro
generoso servicio.
Me han pedido
hablar sobre los valores espirituales que potenciar en los líderes de JMV al
adentrarnos en el tercer milenio. Hoy os ofrezco algunos sencillos
pensamientos. Al hacerlo, soy muy consciente de que la mayoría de vosotros ya
estáis viviendo los valores de los que hablaré. Aún así, es importante para
nosotros pararnos y reflexionar sobre nuestros valores de vez en cuando.
Sócrates dijo en una ocasión que la vidas no reflexionada, es una vida carente
de valor. En otras palabras, para ser plenamente humano, para crecer
continuamente, es esencial volver sobre sí con regularidad y meditar sobre
quiénes somos y sobre lo que Señor nos pide hacer. ¿Quiénes sois? Sois líderes
de JMV. El Señor ¿qué os pide hacer? El Señor os está llamado, como líderes , a
comunicar vuestra fe, vuestra visión y vuestro amor por JMV el amor a los
miembros de vuestras Asociaciones Nacionales.
Permitidme
proseguir con estas reflexiones en dos etapas. En primer lugar una brevísima
visión del entorno en que vivimos; y en segundo lugar, ujn examen de los
valores y cualidades necesarios para un liderazgo eficiente en JMV.
I. UNA VISIÓN DEL ENTORNO
Al adentrarnos
.en el tercer milenio; os animo a tener una aguda conciencia del impacto que
los amplios factores sociales, económicos y culturales tienen sobre el entorno
espiritual en el que vivís. ¿Qué elementos influyen en vuestro entorno?
Este momento
histórico, a veces calificado de «época de ansiedad», se caracteriza
por una distancia cada vez mayor entre ricos y pobres, por brotes de violencia
en todo el mundo, masivos movimientos de inmigrantes de un lugar a otro, gran
corrupción gubernamental, materialismo galopante, destrucción del medio ambiente,
información agobiante, individualismo y una indiferencia religiosa muy
extendida. Actualmente también, la Iglesia está haciendo frente a una notable
división interna y a escándalos sexuales.
Pero me parece
que el mayor problema que se presenta a las Iglesias es la indiferencia, la
masiva ausencia de Dios en gran parte del mundo contemporáneo, con todo un
vacío último , el cinismo religioso o la ausencia de sentido de esa
experiencia».[1].
La práctica
religiosa se ha reducido dramáticamente en la mayoría de los países del mundo
occidental. Este descenso es muy llamativo aquí, en Europa. En Roma, donde
vivo, para un joven está casi de moda decir: «Soy increyente». En
Italia, la práctica religiosa ha descendido por debajo del 10%. En Francia,
algunos la estiman en el 1%. Aquí en España, también la última década ha visto
un rápido descenso del interés de los jóvenes por la Iglesia. En 1999, el 60%
de los jóvenes españoles afirmaban que el impacto de la Iglesia en sus vidas
era casi inexistente, indiferente o negativo[2]. Dios
está muy distante, muy ausente de las vidas de muchísimos jóvenes. Europa del
Este también está comenzando a experimentar semejantes índices de descenso
religioso.
Sin embargo, a
la vez y paradójicamente, el hambre espiritual es omnipresente, especialmente
entre los jóvenes, y éste es uno de los signos de los tiempos. Muchos están
intranquilos e insatisfechos con los valores que impregnan la sociedad y
anhelan alcanzar la trascendencia.
En este
contexto, los líderes deben hacer opciones críticas, deben dar una respuesta
profética basada en el evangelio. En vez de quedarse paralizados por la crisis
y por el cambio caótico, los líderes eficientes aprenden a hacerse amigos del
cambio y a encontrar elementos positivos en él. Se convierten en aprendices de
por vida y las instituciones a las que sirven se convierten en organizaciones en aprendizaje,
caracterizadas por un elevado nivel de participación.
II. LIDERAZGO ESPIRITUAL EFICIENTE EN JMV: SER
FUEGO
Ante todo, hoy
quiero deciros que un líder debe tener fuego en su interior. El fuego da luz en
la noche. Nos calienta. Es el centro dinamizador de los hogares. Cuece y da
gusto a los alimentos que tomamos. En el contexto químico, el fuego purifica y
refina los metales, como el oro. Forja el acero haciéndolo fuerte. Modela la
cerámica para hacerla bella y resistente. Permitidme describir tres dimensiones
importantes hoy de un liderazgo espiritual lleno de fuego.
1. La dimensión de «dar sentido»
El centro del
liderazgo espiritual es la capacidad de transmitir sentido y esperanza, la
capacidad de conectar la riqueza de la vida interior del líder con los desafíos
que presenta la vida de cada día.
Los líderes
eficientes captan la importancia de la búsqueda humana del sentido de la vida. Transmiten al mundo exterior las
energías de una profunda vida interior Aportan esperanza e imaginación creativa
al servicio de los demás. Su sensibilidad a los retos de la sociedad actual y al profundo deseo espiritual
de la humanidad les capacita para expresar la importancia del carisma de su
grupo y la importancia de su compromiso no sólo en la acción sino también en la
contemplación.
Los líderes
eficientes del futuro estarán especialmente atentos a las urgentes necesidades
de las mujeres y de los niños, y, a aprender de las culturas indígenas.
Trabajarán en la promoción de la formación permanente y en formar y guiar a los
futuros líderes. Esta dimensión del
liderazgo de «dar sentido» es muy sensible al urgente anhelo humano
de totalidad, paz, transcendencia y de Dios.
Los líderes de
JMV que desarrollan esta dimensión del liderazgo de «dar sentido son
capaces de:
–
articular un profundo enraizamiento en Dios, en
el evangelio v en el carisma vicenciano
–
conectar el alma del carisma vicenciano con el
alma de un mundo cambiante
–
promover la fe de los miembros de JMV y hacerla
fructificar
–
mirar de frente la realidad difícil y comunicar
esperanza a los miembros de JMV
–
extraer sabiduría de la información y de los
datos de la realidad y hacer ver la importancia de éstos para la misión de JMV.
–
reconocer y explotar el potencial de JMV: de
cada una de sus miembros y del grupo como totalidad.
2. La dimensión «relaciona!»
Los líderes
espirituales dan una prioridad muy importante al desarrollo de aptitudes para
la relación, en sí mismos y en los otros.
Tienen la
habilidad de vérselas con las diferencias, de vivir con la diversidad, de crear
unión en vez de división. Saben distinguir las actitudes que promueven la vida
de aquellas que la matan. Tienen capacidad para captar la interculturalídad y
para ser inclusivos.
Los líderes de
JMV que desarrollan esta dimensión «relaciona!» del liderazgo tienen
la capacidad de:
–
escuchar, inspirar confianza y respaldar a los
miembros de JMV
–
crecer con los miembros como equipo
–
conocerse y estar a gusto consigo mismos y
proyectar una presencia confortante en los otros
–
comunicar que las personas son importantes y
manifestar afecto
–
motivar a los miembros a dialogar sobre temas
que importan: qué significa ser miembro de JMV, qué decisiones deben tomarse,
qué problemas debe superar el grupo
–
facilitar la formación permanente en JMV.
En esta
sociedad de la información, los líderes eficientes de JMV percibirán la
tecnología como un recurso para construir relaciones, superar distancias y
hacer accesible la información a todos los niveles de su organización. La
espiritualidad de los líderes eficientes les impulsará a mirar la tecnología
como un instrumento que utilizar para la promoción humana y el fortalecimiento
de la comunicación y la amistad, en vez de para la dominación.
3. La dimensión «de organización»
Los líderes
espirituales tienen habilidad para percibir el clima del grupo como un todo y
para modelarlo como una organización que funciona armónicamente.
Los líderes de
JMV que desarrollan esta dimensión «de organización» del liderazgo
tienen la habilidad de:
–
mejorar el proyecto de JMV con nuevas ideas
–
comprender la vida organizativa de JMV,
incluyendo sus aspectos jurídicos y económicos
–
formular estrategias para el crecimiento de JMV
–
negociar, mediar, delegar, facilitar, marcar
prioridades, tomar decisiones y llamar a los miembros a ser responsables
–
buscar recursos y darles un destino eficaz
–
trabajar en armonía dentro de la Iglesia (por
ejemplo, comprender la relación de JMV en el interior de ésta, criticarla
sanamente y vivir el propio papel en ella)
–
movilizar las energías colectivas de JMV y
dirigirlas no sólo hacia la acción sino también hacia la contemplación.
Hoy en día, el
liderazgo en la Iglesia es una responsabilidad delicada, pero a la vez
apasionante. Los jóvenes desean ardientemente un sentido en la vida. Están
deseando dar a sus vidas un ideal que merezca la pena. Aún los jóvenes que
dicen no creer, en realidad desean creer en algo- Y por eso, hoy os indico que,
como líderes, no existe un servicio más importante que éste: ofrecer a los
jóvenes la creación de un entorno lleno de fuego y centrado en el evangelio.
María en el Magníficat canta la belleza de un mundo abrasado por el fuego de
Dios, que todo lo vuelve del revés y donde:
–
los últimos son los primeros y los primeros,
últimos;
–
los humildes son exaltados y los orgullosos,
humillados;
–
quienes salvan su vida la pierden y quienes la
pierden, la salvan;
–
quienes lloran serán consolados y quienes ríen,
llorarán;
–
los poderosos son derribados de sus tronos, y
los humildes, enaltecidos.
Y así, el reto para nosotros, como
líderes, es éste: ¿podemos crear asociaciones de
JMV llenas de fuego en toda de
Europa?. Asociaciones:
–
donde la caridad evangélica reina entre nosotros
y luego se irradia hacia los pobres
–
donde nos decimos la verdad con sencillez,
humildad y constancia y luego hablamos del mismo modo con los de fuera
–
donde rezamos fielmente con los demás y luego
compartimos nuestra oración, con naturalidad, también con los otros
–
donde nos apoyamos mutuamente y disfrutamos de
la mutua compañía como amigos y luego compartimos esa amistad con los pobres
que nos rodean
–
donde nos escuchamos bien unos a otros y,
juntos, discernimos la voluntad de Dios y luego somos capaces también de
escuchar bien a los pobres y de discernir con ellos la voluntad de Dios
–
donde renunciamos a una gratificación inmediata
en pro de objetivos de vida más importantes y luego manifestamos a quienes nos
rodean, mediante nuestras vidas, cuáles son realmente los objetivos más
importantes de la vida.
Quiero
animaros, hoy, como líderes de JMV en Europa. Los evangelios nos dicen esto
sobre los primeros líderes a quienes Jesús eligió, los apóstoles: El les amó.
Su amor fue un fuego estimulante en sus vidas. Estad completamente seguros de
que el Señor, al llamaros a ser líderes, os ama profundamente. Dejadle habitar
en vuestro corazón. Dejadle que le prenda fuego. Estad agradecidos y contentos
porque Él está con vosotros y luego comunicad su presencia, su alegría y su
fuego a los demás.
P. Robert P. Maloney, C.M.
Consejos Nacionales JMV de Europa
6 diciembre 2003
Madrid, España
[1] Michael J. Buckley. Education
Marked with the Sign of the Cross in America 163 (August 25-september 1,
1990; # 5) 101.
[2] Ibid. 293
Fotografías del Encuentro. Gentileza del P.Pedro Junquera c.m. Clic en cada una para ampliarla.
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