Novena a Santa Luisa de Marillac, día 9

por | May 8, 2017 | Formación, Reflexiones | 1 comentario

Hace 400 años, Dios puso en el corazón de San Vicente el deseo ardiente de entregarse por entero al servicio de los más pobres, y más adelante conocería a su gran amiga y compañera de misión, a quién le confio en primer lugar las Cofradias de la Caridad y luego el nacimiento de las Hijas de la Caridad. Te invito a que juntos vivamos esta novena como un espacio para descubrir las muchas facetas de santa Luisa de Marillac, a través de sus escritos más relevantes, que estos nueve días sean para nosotros de gran amor y piedad para que al celebrar esta fiesta el 9 de Mayo nos unamos a toda la iglesia para clamar a una sola voz que nuestro carisma Vicentino aún sigue vivo. Autor: Andrés Felipe Rojas Saavedra.

Testamento espiritual

– En el nombre del Padre …..

– Oración: Oh Dios, que suscitaste en el corazón de Santa Luisa de Marillac el celo por la salvación de las almas y alentaste en ella el amor hacia tu hijo Jesucristo en la persona de los más pobres, enséñanos de ella, la virtud de la humildad, la sencillez y la caridad que la caracterizaron en su obra apostólica. Danos Señor te lo pedimos un corazón como el suyo capaz de ser fieles a la vocación y con el deseo ferviente de ser constructores de familias santas entregadas al apostolado de la Iglesia, para que se pueda construir en medio de los que sufren el Reino de los cielos con justicia y caridad. Amén.

– Palabras de Santa Luisa:

“Mis queridas Hermanas, sigo pidiendo para ustedes a Dios su bendición y le ruego les conceda la gracia de perseverar en su vocación para que puedan servirle en la forma que El pide de ustedes. Tengan gran cuidado del servicio de los pobres y sobre todo de vivir juntas en una gran unión y cordialidad, amándose las unas a las otras, para imitar la unión y la vida de Nuestro Señor. Pidan mucho a la Santísima Virgen que sea Ella su única Madre.”

– Fragmento de su biografía

Luisa de Marillac fue la encargada, como la directora general de una empresa multinacional de caridad, de organizar y dirigir a las Hijas de la Caridad en los establecimientos y comunidades, de dirigirlas espiritualmente y de formarlas en los aspectos espiritual, humano y profesional. A través de sus cartas y hasta de sus viajes estaba en contacto con sus hijas y con las necesidades de los humildes. Ella comenzó y dirigió la obra de los Niños abandonados y la salvó durante los cruciales años de la guerra civil de la Fronda. Ella estuvo presente animando a las Hermanas en la prisión de los galeotes. Ella organizó las primeras Residencias de ancianos y los hizo útiles con talleres que ella fundó y dirigió. Luisa acogió a los inmigrantes que llegaban a París huyendo de las guerras, en especial a muchachas desamparadas. Unas veces recibía alegrías y otras, disgustos. Unas veces lloraba y otras reía, pero siempre apareció alegre y con una tenacidad tal que ninguna dificultad la doblegó. Siempre encontró salida a los problemas.

No es extraño que cuando murió, el 15 de marzo de 1660, todas las mujeres de la nobleza pasaran a rezar, y la duquesa de Ventadour quisiera estar a su lado en ese triste momento. No es extraño que los pobres lloraran y que su funeral, contra sus deseos, fuera majestuoso.

– Reflexión personal.

– Gozos de Santa Luisa.

Oh Santa Luisa modelo de mujer creyente
Misionera y maestra de la caridad
Enséñanos a llevar a Cristo
Comunicando a otros el verdadero amor.

Enamorada fuiste, de Jesús sacramentado
Que tu ejemplo nos inspire
En estos 400 años para mostrar a otros
El cristo crucificado.

Esposa y madre que con gran ejemplo
Oraste y perseveraste para que
Tu hogar, terruño de amor, fuese
Un ejemplo del hogar de Nazaret santo.

Mística y maestra de oración,
Al Maestro con amor pintaste
Y al pernoctar en la lóbrega existencia
Entregaste a él tu mejor cuadro: tu vida santa.

Gran devota de la Madre del Cielo,
Su inmaculada concepción proclamaste,
Con gran fe y con amor, única Madre
De la compañía nombraste.

Formadora grande de las hijas de la caridad
Que con San Vicente la misericordia propagaste
Tu silencio y tu ciencia, crearon de Francia
Un ejemplo de caridad cristiana.

Ahora nosotros con amor y regocijo,
En el camino de todo vicentino,
A ti te cantamos a una sola voz,
Porque tu vida como ejemplo nos dejaste.

– Oración final:

Santa Luisa de Marillac, esposa fiel, madre modelo, formadora, misionera y maestra. Ayúdanos a alcanzar del Señor, las mismas virtudes que alentaron tu vida para entregar por completo la nuestra al servicio de Jesucristo en la personas de los más pobres, de los enfermos y de los desamparados. En tu protección confiamos la misión de toda la familia vicentina, los trabajadores sociales y la de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que trabajan por la construcción del Reino de Dios, para que fieles al llamado de nuestro Señor Jesucristo sean agentes de la paz y la reconciliación. Amén.

Fuente: http://www.corazondepaul.com/

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1 comentario

  1. Enrique Cheli Pedraza

    Compartimos siguientes Peticiones:
    Rogamos, para pedir la intercesión de Santa Luisa de Marillac (1591-1660+) con la intención de despertar entre las juventudes las inquietudes que a ella la movieron, al recordar que, ya desde los 14 años, sintió un gran deseo de ser religiosa, pero, debido a su poca salud, no pudo ingresar a ninguna Orden. Inclusive, un sacerdote le sugirió: «Probablemente, Nuestro Señor, te ha destinado a formar un hogar» por lo que terminó casándose con Antonio Le Grass, secretario de la reina de Francia, María de Médicis y fue tan talentosa como esposa y madre que el propio Vicente de Paúl llegó a decirle: «Jamás he visto una madre tan madre como usted», enviudando a los 34 años. Renaciendo nuevamente el anhelo de ser religiosa, contando con el privilegio de haber sido asistida «espiritualmente» por dos grandes santos de aquel entonces: san Francisco de Sales y san Vicente de Paúl, trabajando junto a el 30 años, quien venía motivando grupos de mujeres que se dedicaron a ayudar a los pobres, asistir a los enfermos y brindar instrucción a las que lo requerían, planteándosele la dificultad que, cuando el partía, después, de sus predicaciones, los grupos desistían, descubriendo en Luisa de Marillac «providencialmente» la persona ideal que les coordinara, habiendo escrito ella centenares de cartas, en las que resumía las conferencias y meditaciones de los Retiros Espirituales del santo, las que hacía circular, llegando a formar tres volúmenes de 1,500 páginas.
    Oramos para solicitar la intercesión de Santa Luisa de Marillac, en vistas a que, a imitación de ella, se multipliquen los grupos de mujeres: voluntarias, asistenciales y cooperadoras, que deseen participar, dedicar tiempo y colaborar en las diversas obras de caridad, socorriendo a las necesidades del prójimo en circunstancias como las actuales, donde cada día se multiplican por todas parte los pobres, las gente desempleadas y los indigentes sin olvidar que, parte de de tal situación, se debe a los políticos que han venido gobernando con doble discurso, preocupados en ir tras la Caja para la repartija del botín, despreocupándose del pueblo, al que han engañado, mentido y utilizado para encumbrarse en el poder.
    Imploramos, para impetrar la intercesión de santa Luisa de Marillac, a fin de que, entre las mujeres cristianas, católicas y creyentes, den a conocer la biografía de la santa y se interioricen de su accionar, para que se inspiren en su ejemplaridad de vida y se propongan impulsar emprendimientos en pro de los mas carenciados, o se incorporen a las Obras Vicentinas, al tener presente que, en 1633, el 25 de marzo, las primeras cuatro jóvenes que colaboraban con ella hicieron votos de pobreza, castidad y obediencia, bajo su dirección, naciendo así la comunidad de las Hermanas Vicentinas, Hijas de la Caridad a quienes san Vicente de Paúl les redactó el siguiente Reglamento: «Por monasterio tendrán las casas de los enfermos. Por habitación una pieza arrendada. Por claustro tendrán las calles donde hay pobres que socorrer. Su límite de acción será la obediencia. Puerta y muro de defensa será el temor de ofender a Dios. El velo protector será la modestia o castidad» y en 1655, el Arzobispado de París concedió la aprobación a la Nueva Comunidad, recordándoles Vicente de Paúl: «De hoy en adelante llevarán siempre el nombre de Hijas de la Caridad. Conserven este título que es el más hermoso que puedan tener». Al final, San Vicente no pudo asistirla en la hora de la Pascua, porque el se hallaba también muy enfermo, pero le escribió una esquela diciéndole: «Usted se va adelante hacia la eternidad. Pero yo la seguiré muy pronto y nos volveremos a ver en el cielo». Hoy, las 33,000 religiosas vicentinas o hijas de la Caridad, tienen más de 3,300 casas en el mundo y en la casa donde están sepultados sus restos, en París, allí mismo sucedieron las apariciones de la «Virgen de la Medalla Milagrosa» a santa Catalina Labouré. Pío XI declaró santa a Luisa de Marillac en 1934, y en 1960 Juan XXIII la declaró Patrona de los Asistentes Sociales.

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