Promesa de grandeza, bendición y gloria

por | Mar 8, 2017 | Cuaresma, Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es la realización plena, tremenda y fascinante, de la promesa hecha por Dios mediante los patriarcas y los profetas.

Desde la sabiduría humana, la buena noticia es que Dios le hace a Abrahán una promesa esperanzadora.  Pero la mala noticia es que el Padre de todos los creyentes tendrá que abandonar primero su zona de confort.

Desde la sabiduría divina, sin embargo, la mala noticia es a la misma vez la buena noticia.  Es decir, no percibe Dios lo bueno y lo malo que los hombres percibimos en el llamamiento de Abrahán.  Una sola noticia buena constituyen el abandono de seguridades y la promesa de grandeza, bendición y gloria.

Una sola buena noticia queda anunciada también al hablar Jesús de su pasión, muerte y resurrección.  Desafortunadamente, no la capta Pedro.  Pero el Maestro, manteniéndose firme ante su increpador, le increpa de vuelta.  Y, a continuación, aclara de manera tremenda y fascinante que la salvación está en la perdición.  Más adelante, enseñará que ser grand es ser servidor.

Con todo, nos sigue resultando difícil comprender la promesa de salvación por medio de la perdición.

Ciertamente, nos hace una promesa el Siervo Sufriente con darnos, mediante su transfiguración, una previsión de su gloria divina.  Pero, ¿es patente del todo que esa promesa de gloria nos deja convencidos realmente?

Vale, sí, que nos preguntemos si no somos como los discípulos que no entienden la instrucción de Jesús.   Y les da miedo preguntarle.  ¿Acaso no ponemos de manifiesto nuestra falta de comprensión y valor, pues seguimos maniobrando para asegurarnos los mejores puestos?  ¿Y luego de familiarizarnos con las predicciones del Misterio Pascual por parte de Jesús?

Cierto, al igual que Santiago y Juan, nos declaramos capaces de beber el cáliz de Jesús y bautizarnos con su bautismo.  Pero, ¿no descubre nuestro arribismo descarado que somos tan tardos como ellos en comprender?

A los hermanos Zebedeo y a Pedro se les llama «discípulos predilectos».  Pero, ¿no será que son predilectos porque, más que ningún otro discípulo, desvelan su necedad y torpeza?  Los tres se resisten de manera fuerte a la buena noticia de la pasión, muerte y resurreción del Maestro.  Pero luego, por las fuerzas que les da Dios, logran hacerse escuchadores auténticos del Iniciador y Perfeccionador de la fe.  Y así llegan a ser sabios también, desde la sabiduría divina.

Nos exhorta san Vicente de Paúl a revestirnos de Jesucristo (SV.ES XI:236).  ¡Buena noticia!  Pero primero debemos vaciarnos de nosotros mismos, de todo egocentrismo, interés y ambición egoístas.  ¡Buena noticia también!

Señor Jesús, tú que nos diste la Eucaristía, memoria de tu pasión, muerte y resurrección, y promesa de la gloria futura:  infúndenos tu sabiduría.

12 Marzo 2017
Domingo 2º de Cuaresma (A)
Gen 12, 1-4a; 2 Tim 1, 8b-10; Mt 17, 1-9

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