Fiesta de nuestra Señora de Guadalupe

Num 24, 2-7. 15-17; Sal 24, 4-9; Mt 21, 23-27.

Hoy, Señora mía, yo, que soy como un juandiego en minúsculas, vengo ante ti para darte gracias. Tú me llamas “hijo mío el más pequeño” –mi más pequeña hija– y el corazón se me alboroza al oírte. Y tú nos dices: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”. Y hoy te doy gracias especiales porque viniste aquí, a este México que hoy te necesita mucho.

¡Bendita seas por tu fe –como te dijo Isabel– y bendita seas por la fe que nos trajiste, nos conservas y fortaleces!

Pero también hoy, Señora mía, vengo a rogarte que le pidas a tu Hijo por nosotros. Estamos en muchas dificultades. Corrupción, violencia, adicciones, falsedades, ninguneo de los pobres, no hay a dónde mirar que no haya inseguridad y peligro. Y, a todo lo anterior, ya hace tiempo que se extiende entre nosotros como una nociva colonización que viene de fuera, ese tren de múltiples vagones donde vienen el proabortismo, la ideología de género, la propaganda y las leyes de los homosexualistas y el intento de apoderares de los niños por medio de una “educación” pervertidora.

Madre, somos tus hijos, no nos dejes. Y danos confianza y coraje para luchar por los matrimonios y los niños, por lo jóvenes, por no dejar que los colonicen con sus engaños. Danos que ni el miedo ni el silencio nos habiten ni nos paralicen.

¡De ti lo esperamos, Señora y madre nuestra!

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.