Tinieblas y nubarrones amenazantes

por | Dic 8, 2016 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es la luz grande que ilumina a los que viven en tinieblas.

«Bajo presión» está Juan.  Aunque relativamente joven, igual siente que la muerte acecha en las tinieblas.  A cualquier hora puede venir el verdugo a llevar al prisionero.

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Y las tinieblas de la cárcel y la muerte inminente quizás llevan a las dudas.  ¿Es Jesús el verdadero Mesías que trae el desquite y bautiza con Espíritu Santo y fuego?  Entonces, ¿por qué no libera a su Pregonero?  ¿Por qué no desabarata además a los que encarcelan a los profetas?

Es posible, claro, que estas preguntas sean de los discípulos de Juan.  ¿No son como aquellos que piden al Papa Francisco que clarifique dudas?  En cualquier caso, unos que otros hallan molestas las tinieblas de incertidumbre y confusión.

Jesús, sin embargo, no les responde con un sí o un no.  Les refiere simplemente a las obras de misericordia que va realizando.  Si ellos las miran desde la profecía de Isaías, las verán como señales de la presencia del reino.  Pero si su punto de partida es la expectativa popular, se escandalizarán de Jesús.  Es que él no es el esperado libertador airado que salve a los justos y queme a los malvados.

Cambiando de expectativas e imitando a Jesús, pasamos de las tinieblas a la luz.

No pocas veces, nos sentimos defraudados debido a falsas expectativas.  Necesitamos cambiar.  Y nos enseña María qué significa esto fundamentalmente.  Luego de oír que nada es imposible para Dios, ella pasa de:  «¿Cómo será eso …?»  a:  «Hágase en mí según tu palabra».

Esa clase de fe nos hace capaces de aceptar que posiblemente Dios haga brotar rosas en Tepeyac en pleno invierno.  Esa fe mariana en Dios todopoderoso, que lo voltea todo boca abajo, nos hace reconocer al verdadero Mesías.  Él es Jesús pobre y humilde que sana y evangeliza a los pobres.  Y en el reino anunciado por él, los grandes son los pequeños; los aristócratas, la gente baja.  No extraña, pues, que añada Jesús que el más pequeño en el reino es más grande que Juan.

Y ser el más pequeño es hacer lo que el Maestro y Señor que les lava los pies a sus discípulos.  No sea que sigamos su ejemplo de servicio, sufrimiento y paciencia, quizás acabaremos como Judas.  Permanece sucio aunque Jesús le lava los pies.  Recibe un trozo de pan, igual traiciona a Jesús y sale a las tinieblas.

En medio de las tinieblas de inseguridades, mentiras, duplicidades y prejuicios nos, toca hacer como Vicente de Paúl.  Éste visita a los enfermos y se compromete a dedicar el resto de su vida al servicio de los pobres.  Y como resultado, pasa él de las tinieblas de dudas a la luz de la fe (Jacques Delarue).

Haz, Señor, que nos desnudemos de las obras de las tinieblas.

11 Diciembre 2016
Domingo 3º Adviento (A)
Is 35, 1-6a. 10; Stg 5, 7-10; Mt 11, 2-11

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