Las Hijas de la Caridad, precursoras de la Enfermería

por | Oct 18, 2016 | Formación, Hijas de la Caridad | 1 comentario

fb_img_1476505094593Profesionalización del servicio a los enfermos: con este ideal las Hijas de la Caridad llegan a Puerto Rico en el año 1863, provenientes de Madrid, donde ejercían admirablemente un servicio de Enfermería de la más alta calidad.

Las Hijas de la Caridad son las precursoras de la Enfermería como profesión que, si bien ya existía en la práctica, ellas son las que la llevan a ser reconocida como tal a nivel universitario. Su presencia en numerosos dispensarios parroquiales —que ya no existen en Puerto Rico— y en hospitales de renombre como La Concepción —del cual salieron hace poco tiempo—, Damas, Auxilio Mutuo, son testimonio de la gran labor de las Hijas de la Caridad.

Un poco de la historia de su aportación a la Enfermería:

Una sencilla joven campesina, Margarita Naseau, se ofreció a Vicente para dedicar su vida al servicio de los pobres. Su ejemplo fue contagioso. De este modo nació la Compañía de las Hijas de la Caridad. Margarita murió contagiada de la peste después de acoger en su cama a una pobre enferma.

Vicente confió la formación de estas jóvenes a su colaboradora Luisa de Marillac y en 1633 comenzaron, bajo su guía, a vivir su ideal en comunidad. El eje sobre el que gira la misión de la vida cristiana de las Hijas de la Caridad:

  • Servicio corporal y espiritual.
  • Actitud de siervas.
  • Formación profesional.

Luisa juega un gran papel en la formación de las Hermanas. Se preocupa de su salud y de cuanto es necesario para el servicio. De ahí que podamos decir de ella que es: precursora real de la enfermera profesional; entendió, dentro de las limitaciones de la asistencia de la época, lo que debía ser una buena profesional. El fin es “Proporcionar los mejores cuidados, para cambiar el nivel de salud aumentando el bienestar de la población en su contexto de desarrollo social”.

La responsabilidad de las Hermanas en los hospitales tiene desde el primer momento fundamentos sólidos y claros criterios de actuación. Al instalarse, establecen las:

  • Condiciones laborales.
  • Actividades y motivaciones de las mismas.
  • Relación que deben establecer con las personas que trabajan a nivel jerárquico.
  • Formación en este campo.

Todo se organiza desde los Contratos, los Reglamentos y las Reglas Particulares. Así, saben lo que tienen que hacer en cada momento, pues todas las horas pertenecen al servicio de los pobres.

Pasaron muchos años antes de que San Vicente permitiera a estas mujeres hacer votos, ni siquiera por un año, pues deseaba que el público y la Iglesia fueran acostumbrándose a la idea del tipo de trabajo de esta nueva orden. Sólo después de veinte años les dio una constitución definitiva, pasando a denominarse “Compañía de las Hijas de la Caridad”. Las Hijas de la Caridad extendieron su acción rápidamente por muchos países europeos. En la actualidad, aunque sometidas a las crisis del momento, constituyen la comunidad femenina más numerosa de la Iglesia Católica dedicada a la Enfermería.

Las Hijas de la Caridad eran distintas de los otros grupos religiosos de aquel tiempo. A fin de moverse más libremente por las calles y salas de los hospitales debían tener:

“por monasterio, las casas de los enfermos;
por celda, un cuarto de alquiler;
por ,capilla la parroquia;
por claustro, las calles de la ciudad;
por clausura, la obediencia;
por rejas, el temor de Dios;
por velo, la santa modestia”.

Las primeras Hermanas iban y venían por las calles de París y cuidaban a los pobres enfermos en sus casas. Después, sirvieron en hospitales, escuelas y casas para niños expósitos. Pronto comenzaron el cuidado de los galeotes, los soldados heridos, los ancianos y los aquejados de alguna enfermedad psíquica. De hecho, cualquier persona con necesidad era objeto de sus cuidados.

Durante este sencillo comienzo en París se desarrolló ya su espíritu misionero y fueron a establecerse en un hospital en Polonia, primer paso del camino hasta llegar a ser una Comunidad extendida por todo el mundo. Ninguna forma de caridad cristiana fue extraña al celo de las Hijas de la Caridad, ni lo es hoy. Se las puede encontrar viviendo y trabajando en áreas de prioridad social, en hospitales, orfanatos, escuelas, centros de día para las personas sin techo, junto a las personas con problemas de adicción o invalidez, en cualquier parte donde haya una necesidad o pobreza y ellas puedan ser de ayuda y apoyo.

San Vicente de Paúl fundó asociaciones de cristianos que en sus parroquias atendieran a los pobres, a las que él solía llamar caridades. Santa Luisa se encargó de visitar y animar estas caridades en los distintos lugares en que eran fundadas por los misioneros en las misiones populares. En 1625 había fundado la Congregación de la Misión (Paúles), invitó a Luisa a ayudarle con las Cofradías de la Caridad en las parroquias de Francia. Estas tareas fueron terapéuticas y formativas para su futuro trabajo y el de la familia Vicenciana. Luisa visitaba los lugares donde prestaban servicio las Hermanas y las voluntarias de la Caridad para asegurarse de la calidad del servicio que se ofrecía; revisaba las cuentas, hacía informes y animaba a las trabajadoras y voluntarias a ver a Cristo en aquéllos a quienes servían.

A través de este trabajo, Luisa obtuvo un conocimiento profundo de las necesidades de los pobres, desarrolló sus cualidades innatas de dirección y buscó estructuras eficaces para el servicio. Empezó, en su propia casa, a preparar a las jóvenes para atender las necesidades de los pobres y lograr el apoyo de vivir juntas. De este principio humilde surgió la comunidad de las Hijas de la Caridad. Luisa aportó liderazgo y dirección experta al desarrollo de la red de servicios que ella y Vicente iniciaron. Una de las novedades específicas fue que tanto su residencia, como el lugar de actividad son el hospital, la escuela, la calle, abandonando los conventos que hasta entonces eran lo esencial en el estado religioso femenino. Así nace el nuevo modelo de religiosa que piden los tiempos.

Las Reglas tienden a fomentar la entrega a la práctica de la caridad de las hermanas y alcanzan a los detalles más mínimos y domésticos; en ellas se percibe la previsión y delicadeza femenina de la fundadora. Al cabo de casi cuatro siglos continúan en vigor, y plenamente eficaces.

Actividades específicas. Como norma general, las Hijas de la Caridad están dedicadas al cuidado del pobre y del enfermo. Concretamente realizan, de un modo usual, las siguientes actividades:

  • Cuidado de los enfermos pobres en sus casas. Esta labor fue la primera, cronológicamente, de las Hijas de la Caridad, y continúa practicándose hoy día.
  • Escuelas rurales. En tiempos de S. Vicente, el analfabetismo era general en Francia; tres cuartas partes de su población masculina no sabía leer ni escribir. Luisa de Marillac empezó a enseñar gratuitamente a los pobres en su misma casa, y en ella aprendían también las primeras Hijas de la Caridad. que, más tarde, se dedicarían a su vez a la enseñanza o a cuidar enfermos. Esta labor sigue hoy, y se presta especialmente a los pobres, de modo gratuito o mediante el pago de pensiones módicas.
  • Asistencia a los niños abandonados. Es ésta una de las obras más queridas de los fundadores, y de la que son buena muestra las casas-cuna, jardines de infancia y orfelinatos repartidos por todo el mundo.
  • Cárceles, hospitales psiquiátricos, asilos de ancianos. Los asilos de ancianos han proliferado extraordinariamente; allí encuentran éstos un clima tranquilo y fraternal para los últimos años de su vida. De estos centros vicentinos han tomado ejemplo y derivado dos instituciones muy extendidas: las Hermanitas de los Pobres y las de los Ancianos Desamparados. No menor importancia tiene la asistencia que las Hijas de la Caridad prestan en los manicomios y en las cárceles.
  • Hospitales. Es ésta otra de las obras de las Hijas de la Caridad de mayor envergadura actualmente. Aunque no era totalmente nueva la presencia de religiosas en los hospitales civiles -sí en cambio en los militares-, con las Hijas de la Caridad se estableció la asistencia de una forma organizada y continua. Se establecieron primero en el Hospital General de París, luego en los de Angers, Nantes, Richelieu y Saint Germain. Hoy día las Hijas de la Caridad se hallan en los hospitales de todo el mundo, prestando, a la vez que su asistencia religiosa y su calor humano, su trabajo como enfermeras y ayudantes sanitarios. En tiempos de guerra las Hijas de la Caridad se encuentran en los hospitales militares, curando a los heridos sin distinción de bandos. Francia, Polonia y España han conocido su abnegación en este terreno.
  • Formación profesional y otras actividades. S. Vicente quería que todo el mundo estuviera en condiciones de ganarse la vida con su trabajo; la limosna no debía ser sino un remedio de urgencia. Esta idea le llevó a fundar las escuelas de formación profesional, rurales y urbanas, para las que redactó unos reglamentos muy detallados, tras un profundo estudio de las necesidades sociales de su época.
  • La asistencia y la labor social de las Hijas de la Caridad llega, por fin, a todos los campos donde haya necesidades espirituales o físicas que remediar: ejemplo de ello son las cocinas económicas que sirven, gratis o a precios muy bajos, comidas a los indigentes.
  • Misiones. Desde 1842 las Hijas de la Caridad desarrollan su labor en las misiones; en dicho año se fundaron casas en Argelia, Siria, Egipto y el Líbano; en 1847, en China. Posteriormente pasaron a Etiopía, a Madagascar y a muchos otros países. Eran conocidas como “las hermanas grises” dado el color del hábito que vestían. Durante el siglo XIX la comunidad se extendió a Austria, Portugal, Hungría, Reino Unido, Irlanda y América. Hoy están extendidas por todo el mundo, en número aproximado de 24.500 Hermanas y en 94 países, atendiendo toda clase de pobrezas. La Casa Madre se encuentra en París, donde yace Luisa de Marillac.
Cuadro "Ciencia y caridad", pintado por Pablo Picasso.

Cuadro «Ciencia y caridad», pintado por Pablo Picasso.

Nadie pone en duda hoy que las Hijas de la Caridad han llevado la organización de los Hospitales y la atención a los enfermos desde mediados del siglo XVII hasta finales del siglo XX y están en otras muchas formas de presencia en nuestros días. Con sus tocas blancas han sido presencia y símbolo de la caridad de la Iglesia en el mundo sanitario y ha sido Picasso en su cuadro emblemático “Ciencia y Caridad” quien ha inmortalizado en dicho documento histórico, lo que han sido las Hijas de la Caridad

Cuando las Hijas de la Caridad se establecen en España, la situación sanitaria, como en el resto de los países, está haciendo un esfuerzo por responder a las necesidades sociales. A pesar de los esfuerzos realizados por anteriores gobiernos para la reunificación de Hospitales, no existe un sistema público que garantice una asistencia sanitaria, ni social. Por ello, el trabajo y esfuerzo de las Hermanas se va a desarrollar en medio de la dificultad, pero con su talante, valor, competencia, arrojo y preparación van a demostrar su eficacia desde la caridad, de forma que se convertirá en paradigmática su forma de organizar la asistencia y de cuidar.

Se instalan en el hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona en 1790. En estos primeros años, con escasos medios y con una respuesta de competencia y vocación, fruto de sus convicciones y formación, se encargan de la organización y la asistencia de los centros para los que van siendo requeridas. Una de estas Instituciones es la Inclusa de Madrid que, a finales del Siglo XVIII se encuentra en lamentable estado.

El aspecto más señalado es, tal vez, el alto grado de división del trabajo, en lo relativo a los cuidados que se prestaban, como ejemplo, en dicho hospital se describió 48 puestos de trabajos distintos. Entre ellos:

  • Los destinados a cubrir las necesidades básicas (alimentación, eliminación, higiene y confort).
  • Tareas técnicas, referidas a la vigilancia del estado de los enfermos, aplicación de ventosas, administración de jarabes, purgas y otras órdenes médicas.
  • Relación con los enfermos, la conversación banal o de apoyo y las preguntas sobre su estado.
  • Prestaciones hoteleras y de gestión. Ropa de cama y ropa personal del paciente.
  • Trabajos de secretaría y escritura. Libros de registros de pertenencias e incluso control de la medicación. Libro de recetas de medicinas, donde se escribían las órdenes de los médicos y cirujanos.

Los buenos resultados obtenidos por las Hermanas hicieron que los mismos Ministros del Rey se interesaran no sólo por el aumento del número de Hijas de la Caridad en la Inclusa, sino porque se hicieran cargo del Hospital General de la Corte y de los establecimientos de Beneficencia Pública de otros lugares.

En 1803 se realizan las gestiones para que se establezca en Madrid el Real Noviciado, centro de formación de las futuras Hijas de la Caridad. En él pasan un año y tras este tiempo se les destina a los distintos establecimientos de la geografía española donde completan su formación tanto teórica como práctica, como las nuevas comunidades de Lérida, Huesca y Tarragona. En Andalucía fundaron su primer centro en 1830.

En unos años tendrán a su cargo la asistencia de la mayoría de los Hospitales de la Beneficencia de toda la geografía española (Hernández Martín, F; 1996, 177-214). Los cuidados que realizan responden a cubrir las necesidades básicas y aplicar los remedios que la nueva medicina va imponiendo. Cuidados especiales y registros.

Desde Madrid, llegan a Puerto Rico, solicitadas para atender a los enfermos y pobres de la isla en 1863.

Las Hermanas que se han formado en París ponen en marcha en España el Real Noviciado y mientras este se organiza, se forman en el Hospital General de Valencia. La Enfermería entonces no tiene reconocimiento legal en España. Es ocupación de Religiosas, si bien se les exige una formación. Además, varios Hospitales, como el de Nª Sª de Gracia de Zaragoza, o en el Real Hospital de Santiago, y algunos más, están iniciando una formación para el personal seglar.

Las Hermanas adquieren conciencia de su misión y desde su entrada inicial saben cual va a ser su dedicación, servir a los pobres y enfermos. La formación empezaba en el Hospital. Antes de ser admitidas pasan unos meses en una Comunidad local, en la que aprenden los elementos esenciales para el servicio y después de un año de formación son enviadas a una Comunidad.

La formación de las Hermanas enfermeras se desarrollaba a dos niveles: el servicio directo a los enfermos bajo la responsabilidad de una Hermana más experta y el estudio de los textos de formación.

La experiencia, su preparación y trato con los médicos, su paso por las distintas enfermerías y hospitales, etc, les permitía adquirir unos conocimientos tanto teóricos como prácticos. Esta planificación se estructura a varios niveles:

  • Nivel de estructura Hospitalaria. Existencia de Hospitales específicos para la preparación de las Hermanas enfermeras.
  • Nivel de equipos docentes. Existencia de Hermanas en las Comunidades locales capacitadas para enseñar a las nuevas.
  • Nivel de control de aprendizaje. Los informes de la Hermana de Oficio y de la Hermana Sirviente serán parte de la evaluación. Esta planificación posibilitaba la adecuada formación.

Hablar hoy de las Hijas de la Caridad tiene su justificación; en el año 1998, la congregación recibió el premio Creu de Sant Jordi otorgado por la Generalitat de Cataluña, y en el 2005 fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia por su trayectoria histórica de excepcional labor social y humanitaria en apoyo de los desfavorecidos, pobres y enfermos desarrollada durante casi cuatrocientos años y por su promoción, en todo el mundo de los valores de la justicia, la paz y la solidaridad. Razón de lo que ha significado esta Institución en la sociedad, en la sanidad y para la Enfermería.

Quiero subrayar el reconocimiento del modelo de servicio a los enfermos que nos dejaron Vicente de Paúl y Luisa de Marillac, donde encontramos elementos esenciales, que actualizados en su contenido responde al bien interno de la Enfermería, “el bien de las personas”.

Fuente: Facebook de la Parroquia de San Vicente de Paúl de Santurce (Puerto Rico)

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1 comentario

  1. Elia Lara Lona

    Excelente descripción, ¿Cuáles son los documentos de referencia que utiliza?

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