¡Ha nacido una nueva realidad! • «Aportación», nº 1

por | Oct 15, 2016 | Espiritualidad y práctica espiritual, Formación, John Freund | 0 comentarios

Este es el primer trayecto del plan formativo destinado al estudio individual o de grupo que os presentamos la semana pasada en «Aportación del carisma vicenciano a la Misión de la Iglesia: Un trayecto formativo». En ese artículo también se sugirió un «plan de lecciones” para su uso en grupos.

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Ha nacido una nueva realidad

En su introducción a «Aportación del carisma vicenciano a la Misión de la Iglesia«, el P. Corpus Delgado nos ilumina sobre una nueva realidad que San Vicente de Paúl introdujo en la Iglesia.

Muchos de nosotros damos por supuestas las normas de la Iglesia. No obstante, se han visto sometidas a cambios muy significativos a lo largo del tiempo, en especial en lo que se refiere a lo que la gente considera como «vida religiosa». Hoy en día, las Hermanas viven, principalmente, en conventos o en pequeñas casas, en lugar de en monasterios. La gran mayoría de las Hermanas se dedican a algún tipo de ministerio activo.

No siempre fue así. Antes del tiempo de Vicente, la única forma de dedicar su vida a Dios que tenían las mujeres estaba en conventos —al estilo de los monasterios— fuertemente regulados. Por norma de la iglesia, eran «monjas» y no podían salir de estos conventos a, por ejemplo, enseñar o servir como enfermeras. El gran san Francisco de Sales trató de cambiar esta situación, pero fracasó.

Fue Vicente quien tuvo éxito, al insistir en que las Hijas de la Caridad hiciesen votos privados, renovados anualmente, de tal modo que no cayeran bajo las regulaciones de la Iglesia para las religiosas.

Llevó siglos para que esta nueva forma de vida religiosa fuese admitida en las regulaciones de la Iglesia, en una sección especial: las Sociedades de Vida Apostólica, y para que emergiese una nueva realidad de vida.

Hoy damos por sentado que las mujeres participen activamente en el cuidado sanitario, sea en primera linea en nuestras poblaciones, o como enfermeras en los campos de batalla, como por ejemplo lo hicieron en la Guerra Civil de Estados Unidos y en guerras de otros países.

Una nueva realidad Canónica

El P. Delgado escribe, en su primera sección, que las diversas fundaciones vicencianas promovieron una apertura canónica.

Describe una nueva realidad, y la nueva forma de vida religiosa de las Hijas de la Caridad:

Considerarán que no se hallan en una religión, ya que este estado no conviene a los servicios de su vocación… puesto que no tienen por monasterio más que las casas de los enfermos y aquella en que reside la superiora, por celda un cuarto de alquiler, por capilla la iglesia de la parroquia, por claustro las calles de la ciudad, por clausura la obediencia; sin que tengan que ir más que a las casas de los enfermos o a los lugares necesarios para su servicio, por rejas el temor de Dios, por velo la santa modestia, y no hacen otra profesión para asegurar su vocación más que por esa confianza continua que tienen en la divina Providencia, y el ofrecimiento que le hacen de todo lo que son y de su servicio en la persona de los pobres… » [4].

Santa Luisa de Marillac mantuvo esta distinción de las Hijas de la Caridad —que no eran como el resto de comunidades religiosas de la época—, ¡pero tuvo cuidado en insistir en que no se trataba de una forma laxa de vida! El P. Delgado cita a Santa Luisa:

Las Hijas de la Caridad están obligadas a trabajar en hacerse más perfectas que las religiosas (SLM: C. 690).

San Vicente también describe el ministerio de las Hijas de la Caridad como verdaderamente «apostólico»: de igual valor y carácter que el ministerio realizado por sus «hermanos» de la Congregación de la Misión. Esta idea revolucionaria transformaría, con el tiempo, el carácter y el rostro de la vida religiosa.

Este espíritu, verdaderamente pionero, promovió la «apertura canónica» de la vida religiosa a partir de entonces, lo que ahora es norma para la vida religiosa apostólica. Los santos Vicente y Luisa introdujeron una realidad auténticamente novedosa.

Lee esta primera sección del excelente artículo del P. Delgado, y enumera este y otros aspectos con los que el carisma vicenciano ha contribuido a la Iglesia actual.
A continuación, dedica algún tiempo a reflexionar sobre esta pregunta, mientras ve la presentación de diapositivas a continuación:

En la Iglesia de hoy en día, ¿se sigue desarrollando y haciéndose eco, de alguna manera, este avance?

¡Hasta la proxima semana!

Esperamos que hayan disfrutado de esta colaboración, uniéndose a las fuerzas de la

Os pedimos que cada Vicenciano se convierta en un formador.

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