A toda la Familia Vicenciana nos llena de alegría y esperanza el compromiso de todos y cada uno de sus miembros. Esta es la crónica del «sí» de unas HIjas de la Caridad en Mozambique:

Alabanza y Gloria a Dios Padre, quien en su infinito amor nos llamó y nos eligió a participar en su misión redentora. Con este espíritu de gratitud nos unimos al FIAT de María: “Me hiciste santa, maravilloso es tu nombre”. Por su bondad nos permitió hacer los Votos por primera vez el 30 de julio cuando celebrábamos la fiesta de San Justino de Jacobis. Este gran misionero dedicó toda su vida al servicio de la evangelización del pueblo etíope;  misión cumplida con verdadero amor.

Esta celebración fue precedida por un retiro preparatorio del acontecimiento. En los días de reflexión pudimos comprender la maravillosa experiencia de contemplar y sentir la presencia de la madre de Dios, el aliento de la suave brisa  de su presencia en nuestra vida. Es un calor maternal que crea confianza y lleva al total abandono en Sus manos. Fueron momentos inolvidables que el buen Dios nos permitió vivir, experimentar y ser testigos. El día esperado parecía no llegar nunca, la ansiedad llenaba nuestro corazón pero caminando en el ritmo de la gracia de Dios hacia ese gran día, la alegría fue tomando su lugar.

Nuestra alegría culminó con la celebración de la Eucaristía en la que nos presentamos como ofertas vivas, pues preferíamos perder nuestra vida por Cristo y ser unas con Él  a fin de vivir, amar y servir, yendo y viniendo, con alegría, entusiasmo, disponibilidad y audacia. En la celebración Eucarística hubo también otro acontecimiento: la presentación del nuevo Director provincial, P. Fernando Mucavel.

Después de la Eucaristía tuvimos tiempo de gozar del don de nuestras Hermanas y familias. En este tiempo gozamos de una gran alegría y entusiasmo. El buen testimonio que nuestras Hermanas mayores  nos han ofrecido y transmitido ha sido para nosotras impactante.

Finalmente pedimos a la madre del cielo que Dios Padre nos conceda en nuestro servicio la gracia de tener celo por las almas y un ardiente deseo de revelar el verdadero rostro de Su divino y misericordioso Hijo.

Fuente: http://filles-de-la-charite.org/es/