Poner la economía al servicio de los pueblos y de los pobres

por | Ago 1, 2016 | Formación, Reflexiones, Situaciones de necesidad y respuestas | 0 comentarios

El papa Francisco sigue comunicando ante miles de jóvenes del mundo entero el mensaje de alegría y esperanza que viene de Jesucristo y de su Evangelio en la Jornada Mundial de la Juventud en Polonia.

Papa Francisco

Especialmente significativa ha sido su presencia silenciosa, respetuosa y religiosa en Auschwitz, el lugar del horror de la muerte industrial de seres humanos perpetrada por los nazis. La oración allí realizada es una expresión dolorosa de auténtica misericordia y, al mismo tiempo, un signo para los jóvenes y para el mundo a fin de que nadie se olvide de la memoria del crucificado y de los crucificados. Así lo hicieron también sus predecesores. Y es que Auschwitz es el “Gólgota del mundo contemporáneo”, como lo llamó S. Juan Pablo II.

Hacer memoria de Auschwitz nos debe interpelar siempre en lo más hondo del espíritu humano, porque, de una manera igualmente silenciosa y no menos letal, se sigue repitiendo el mismo fenómeno en la muerte de los miles de víctimas que cada día mueren en el mundo solamente por ser pobres. En la búsqueda de las causas de los nuevos Gólgotas encontramos sobre todo la sinrazón de la codicia que anida en el corazón de los humanos cuando se vive como si Dios no existiera. El papa Francisco lo dice y lo repite, como hizo el año pasado cuando estuvo en Bolivia con los movimientos populares: “Detrás de tanto dolor, tanta muerte y destrucción, se huele el tufo de eso que uno de los primeros teólogos de la iglesia Basilio de Cesarea llamaba «el estiércol del diablo». La ambición desenfrenada de dinero que gobierna. Ése es el estiércol del diablo. El servicio para el bien común queda relegado. Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, arruina la sociedad, condena al hombre”, y añadía el papa en su mensaje: “La primera tarea es poner la economía al servicio de los Pueblos [y de los pobres] […] La economía no debería ser un mecanismo de acumulación sino la adecuada administración de la casa común […] Los recursos disponibles en el mundo, fruto del trabajo intergeneracional de los pueblos y los dones de la creación son más que suficientes para el desarrollo integral de «todos los hombres y de todo el hombre». La distribución justa es un deber moral […] El destino universal de los bienes no es un adorno discursivo de la doctrina social de la Iglesia. Es una realidad anterior a la propiedad privada. La propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre en función de las necesidades de los pueblos.”

Autor: José Cervantes,
sacerdote misionero.

Etiquetas: JMJ2016

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